No se puede hablar de artes escénicas para niños en España sin mencionar a la compañía Aracaladanza. Desde hace más de dos décadas, este colectivo madrileño dirigido por el coreógrafo Enrique Cabrera irrumpió en los escenarios con la convicción —extravagante por entonces— de que la danza contemporánea podía atrapar al público infantil sin necesidad de contarle ninguna historia ni introducir personajes, payasos o lobos malos: sus espectáculos son puro juego, un dejarse llevar por la música, el ritmo, las luces, los objetos y la imaginación.
Tras años ideando poderosas coreografías que se inspiraban en pinturas famosas, Aracaladanza gira el timón en su última creación, “Play”, que tiene como punto de partida la actividad más característica de los niños: jugar. La libertad, la diversión y la pasión de jugar simplemente para divertirse marca la tónica de esta nueva pieza. Trabajos anteriores que se han visto en el Bergidum como ¡Nada… Nada!, Pequeños paraísos, Constelaciones o Vuelos, han dejado una gran sabor de boca al público familiar de Ponferrada y han consolidado a Aracaladanza por el mundo hasta el punto de ser habituales en el Sadler’s Wells, la relevante casa de la danza londinense.
El grupo es invitado a participar en los festivales nacionales e internacionales más importantes de España, Francia, Irlanda y Reino Unido y sus obras han viajado por grandes teatros europeos, africanos, americanos, australianos y asiáticos.
“Play” es un trabajo lleno de ingenio, rico en invención, de una factura técnica irreprochable, muchos de cuyos cuadros, desde una desenfadada y juguetona versión del lago de los cisnes a una celebración del “claqué” a cargo de una singular troupe de perros de peluche que parecen salidos de una pesadilla infantil, son de una innegable originalidad y de una belleza plástica extraordinaria.
En “Play” se ofrece un centenar de sugerencias posibles en una cadena de situaciones entre delirantes y surrealistas, visualmente potentes todas, que hacen que su hora de duración parezcan minutos, en un entretenimiento de altura pensado para estimular la imaginación tanto de niños como de adultos. En la cascada de secuencias de la coreografía se pueden rastrear influencias y homenajes a fuertes personalidades de la danza moderna que van desde Nikolais, prestidigitador escénico de los setenta hasta Philippe Decouflé y su gesto circense, sin olvidar algún guiño a Pilobolobus. Pero el conjunto luce original, con el sello propio y ya reconocible de la compañía.