Permítaseme la licencia de bajar un par de fotitos de internet para ilustrar este post de Llegamos en un bondi llenísimo de calor, el cual nos dejó exactamente en la entrada de este mini hippie town llamado Arambol, justificando el hecho en que estaba tratando de no dedicarme a otra cosa que fumar un hachís que se sentía como medicina revitalizadora; y también decir, que más allá de esta fumata hippie irresponsable, y para la desgracia de varios, recuerdo todo lo sucedido más que a la perfección...
Arambol. Está casi de más decir que Arambol puede ser considerado una sucursal de un Ibiza venido a menos, y que dista bastante de parecerse a la mejor versión de India. Salvo por un par de indios que merodean tratando de vender algo, un par de "paratas" y mucho massala chai, todo el resto de los códigos ambientales indican que estamos en una Europa desmejorada de post guerra, con muy pocas esperanzas de producirle algo piola a la humanidad, más que una repetición eterna de grupos de gente buena onda, que bajo los efectos del porro y bastante LSD, tratan de construir un mundo mejor que jamás van a conseguir.
Apenas llegados nos dirigimos sin escalas al famoso hostal "Ave María", sucucho recomendado por la Rubia mágica, y lugar donde supuestamente la encontraríamos "rancheando" a lo loco con sus amigos indios. Este sucucho, sarcásticamente apodado "Ave María", permite al turista dormir en la terraza por el módico costo de un dólar la noche; por lo que directamente no preguntamos por la cantidad de mosquitos, ni de pulgas, y tiramos las bolsas de dormir en el primer hueco que encontramos.
Con el hecho consumado, bajamos las escaleras hasta el "resto-bar" y vimos que la Rubia estaba enyoguisada, dibujando muy abstraída al lado de "El Budita", y rodeada por una banda de indios fumanchúes que marcaban territorio a lo indio Mumbai. De la onda "te la compartimos, pero esta parada es nuestra". Si no fuera porque la Rubia se había tomado un fly a dos galaxias de distancia del punto medio en que siempre nos encontramos, la agarraba de la mano y me la llevaba corriendo a vivir con Bonnie al hostal de al lado.
A pesar de este principio de desconexión sideral, hicimos un esfuerzo, y de a tres nos fuimos a dar una vuelta para conocer la playa. Acto seguido y obvio: en ese momento parecíamos tres extraños. No me sentía unido para nada a ninguno de mis dos excelentísimos amigos. Un par de veces estuve a nada de decir:
"Che... Los quiero mucho, pero chau, me siento incómodo. Muchas gracias. Nos vemos la próxima". Nos zambullimos un rato al agua y probamos con un porro, que bastante lejos de mejorar, acentuó el sentimiento un poco más.
La Rubia también lo sintió y directamente se fue sin despedirse. Vico que está muy lejos del mundo de las percepciones, sólo leía el ambiente de una forma mucho más esquiva, específica y racional. Si algo alivió el vacío emocional de aquel momento, fue darme cuenta que la Rubia me sentía, y que nuestras presencias no eran sórdidas la una con la otra. Muy probablemente, ese mutuo reconocimiento, fue el motivo real por el que nos teníamos que separar. La tarde pasó, y con el tiempo y después que cada uno concluyó sus procesos, la desconexión también.
Superado el particular evento, recibí un mail de Evita, una amiga española encontrada en Sudáfrica, en el que se manifestaba de la siguiente manera:
"vente niño al sunset point que allí nos veremos". Cuando leí "Sunset Point" se me vinieron a la cabeza imágenes de gente haciendo "sunsitting", tratando de vivir de la energía solar. Después me imaginé una feria de artesanías con artesanos superiores, llenos de habilidades sobrenaturales, hasta que por último resurgió de algún hueco de mi memoria, el momento en que un pibe me dijo en la plaza de Cuzco en Perú: "Ven hermano, vamos a hacer energía".
Salvo la segunda, el resto me parecían opciones descartables, y como suele acontecer según Murphy, la segunda era justamente la que no era. Acto seguido: un circo de gente buscando exposición. Un poco de exageración de la impostura, y otro tanto de contradicción extrema en algo así como trescientos metros de playa de una arena no tan blanca. Calculo a grandes rasgos que totalizaban aproximadamente un 70% de las personas que se veían en la periferia, de los cuales podemos aventurar que un 50% eran lo que comúnmente se denominaría en el barrio como: "vende humo".
A la simple y mundialmente repetida pregunta:
"Che ¿y vos de dónde sos?", muchas de estas personas no la podían responder. Como si tuvieran una traba o se les hubiera olvidado. Ahí entendí que lo que pasa en Arambol es que muchas personas son de ningún lugar, y que las esperanzas del mundo estaban llegando a su fin. Resulta bastante shockeante escuchar respuestas que empiezan con un ligero "¿Pero vivís en España?". "No, bah, sí, pero sólo seis meses porque después me voy por ahí a seguir las ferias". "Ah piola, entonces vivís en España y viajás unos meses al año". "No, bah, sí, es que en realidad el último año viví en Grecia con una novia griega". "Ah mirá vos che... ¿pero vos no sos griego, no?". "No, bah, si, es que en realidad soy como un ciudadano del mundo. Ando por todos lados". "ehhhhh..." que se va alargando, y ahí nomás te hilan una larga historia personal donde te cuentan que en realidad no son de ningún lugar.
En ese momento generalmente invaden el cuerpo infinitas ganas de meter un piquete de ojos fulminante, pero bueno, también sabemos que la violencia no lleva a nada. No se dan una idea señores lectores, la cantidad de "ciudadanos del mundo" que hacen temporada en Europa y se vienen a gastar el amarrocamiento a India, que hay en Arambol. Es tremendo. Mucho shampoo de orquídeas con aloe vera, meditación perfumada y galaxy yoga.
"Por lo demás, ni más..." diría Sabina. Nobleza obliga y dicta recordar a personajes como "Lao", como... No recuerdo un solo nombre más, salvo "Leticia", que fue un lindo encuentro que profundizamos en el siguiente puerto de viaje: Gokarna. Frases memorables y por demás simpáticas de nuestros primeros contactos con Leti fueron: "fuimos a una proper party" seguida por una repetición non stop de "Shanti, Shanti", que no puedo evitar asimilarlo con el detestable equivalente de decir "Hakuna Matata" en Tanzania, y que me cae tan innatural como el "pura vida" costarricense. Andaba dando vueltas por ahí también el "falso Jagger", un muchacho muy inglés y muy falopero, que me descolgaba sonrisas muy genuinas por el sólo hecho de observarlo. También estaba la "pendevieja" hippona, que había perdido todo por drogarse mucho en una trance party...
Estaban los borrachos de la cocina del Ave María. Estaba la mesa de ping pong. Estaban las vacas dando vueltas en el desayuno, la merienda y la cena. Estaba la señora que nos vendía el chai. Estaba la chica que bailaba Spinning Dance durante horas. Los señores respetables de las barbas. Estaba el parapentista venezolano, la loca de la terraza, y una sola mujer linda entre algo así como sesenta personas. Estaba Bonnie en el hostal de al lado con muchos australianos. Estaba la Rubia yéndose a Mumbai sin decir chau. Estaba mucho porro... que gracias a dios que estaba.
Estaba el mar caliente, la inauguración de la verdadera temporada de barrenadas. Estaba el colombiano que siempre pedía un porro por las dudas. Estaban las caminatas, los kioskos que quedaban abiertos, las sorpresitas nocturnas con las que nos podíamos ir a dormir tranquilos. Estaba la vida transcurriendo para que luego uno descubra muchas más capas de hermosura en la memoria. Estábamos en el presente, en el segundo a segundo, pero también estábamos a años luz, tratando de entender un poco más al mundo.
En conclusión: Arambol fue muy Arambol, con encuentros, con desencuentros, con sentimientos que tendrían que esperar, y con otros que se acoplarían al alma del viaje. Cócteles de todo junto, agregando emociones, crecimiento, y aprendizajes a la vida. Lisérgico, como de cuentos de hipismo fashion, y con no tanto para ofrecer más que mucha excitación y gente, que como a nosotros, le gusta bastante fumar porro.
Hasta la próxima entonces, cuando la vagancia nos gane la batalla para siempre, y encontremos por fin, "ese" lugar de descanso en el mundo. Véngase con nosotros hasta Gokarna, le prometemos que no lo vamos a defraudar.