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Araujo, clave de cambio

Publicado el 22 noviembre 2010 por Marianofusco

Araujo, clave de cambio

Roberto “Tito” Pompei hacía su ingreso, por segunda vez, como técnico interino a la cancha de Boca. La parte anterior había sido también ante Arsenal, en un partido que terminó con un 4 a 0 a favor, un “no” abrazo entre Palermo y Riquelme y un buen rendimiento del equipo. El partido de ayer pintaba, a priori, difícil para los de la Ribera que tenían que recuperarse de la derrota en el clásico. Con un arranque tranquilo, donde todo parecía igual en cuanto al juego (pobre) de Boca y donde Arsenal ocupaba bien los espacios y hacía bien su juego, ocurrió un hecho que rompió todos los esquemas.
A los 20 minutos, Lucas Viatri saltaba a cabecear y quedaba dolorido. En ese momento, Pompei decide tomar la decisión, sorpresiva para algunos, de mandar a la cancha a Sergio Araujo, delantero de 18 años, para acompañar a alguno de sus ídolos en la delantera: Martín Palermo.
El pibe fue la diferencia trascendental entre la apatía y la poca movilidad del doble 9 y la vertiginosidad de un extremo con características como Palacio. Ya se lo había dicho el técnico antes de entrar: “Dale, ahora quiero tu gol” y Araujo cumplió con creces. A los 8 minutos de haber ingresado robó la pelota, se sacó a 3 tipos de encima y definió abriendo su pie derecho al palo más lejano de Campestrini. El festejo descontrolado, visiblemente emocionado de un chico que, acostumbrado a meterla en Reserva, hacía su debut en las redes de Primera.
El resto del encuentro fue casi perfecto: atrevido, encarador y por sobre todas las cosas efectivo, complicó siempre a la defensa del equipo del Viaducto y a su técnico Alfaro, que no lo tenía en los planes. Llegó dos veces a clara posición de gol, desbordó, tiró centros. Araujo fue el cambió de velocidad que Boca necesitaba.
Habrá que llevarlo de a poco, pero lo que queda claro es que, de las opciones que están sentados en el banco, hoy es la mejor. Promovido por Borghi, fue Pompei quien lo vio brillar por primera vez, y después del partido, como buen hijo, agradeció a su padre: “Es para mis viejos, que siempre me apoyan. Hoy es el día más lindo de mi vida”. Sinceridad a flor de piel de un chico que comienza a hacerse grande.


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