Revista En Femenino
Hace dos semanas escribía tan contenta sobre la gloriosa victoria de la selección española (los sub-19 también han ganado la Eurocopa, por si alguno no lo sabía). Las calles inundadas por la marea roja. Éramos otros, más felices. Y la pasada semana al anunciar Mariano Rajoy las medidas económicas que iba a adoptar el gobierno para reducir el déficit nos invadió a muchos la angustia y el miedo. Literalmente. Entre la subida del IVA, los recortes a los funcionarios y la bajada de la cuantía de la prestación por desempleo no está el patio para jotas, muñeiras o sevillanas.
Ya está el fútbol olvidado y las calles caldeadas. Al calor del asfalto, porque el sol pega de lo lindo, se suma el cabreo ciudadano, del no votante y también de bastantes votantes del PP. Desde que el presidente del Gobierno nos sorprendiera con el tijeretazo, aprobado el viernes en Consejo de Ministros, las movilizaciones no cesan. Y van a más. Arde la calle, como cantaba Radio Futura, a la sombra de los nuevos recortes. La pérdida del poder adquisitivo es un hecho para muchas familias, golpeadas por el paro y la subida de impuestos. Lo del IVA afecta a todos los bolsillos, y en cualquier caso que levante la mano el que no tenga entre sus amigos o familiares a un parado o funcionario, los dos colectivos más tocados por este nuevo paquete de medidas. Y no hace falta ser experto en economía para intuir que la cosa irá a peor, pues el consumo seguirá bajando, el paro aumentará... La pescadilla que se atraganta con la cola, vaya.
Lo que peor llevo de los políticos es la mentira. Me cuesta digerir que un partido se presente a unas elecciones generales con un programa y se lo salte a la torera. Las circunstancias obligan, son “decisiones difíciles que al gobierno no le gusta adoptar”. Como argumento es, cuando menos, flojo. Son muchos los que echan en cara al presidente no haber cumplido su palabra, haber olvidado el programa electoral que le hizo ganador. La verdad es que nos engañan desde algunos años, aunque esto lo callan unos cuantos porque no interesa sacarlo a la palestra, no vaya ser que no se obtenga rédito electoral en la próxima convocatoria electoral. Cuando en 2008 se negaba la crisis económica insistentemente también se nos mentía. Pero había unas elecciones y lo importante era el triunfo. El mimo Zapatero entonaba el mea culpa hace unos días. “Se tenía que haber ahorrado más”, reconocía. Sin comentarios.
Es verdad que Mariano Rajoy es el presidente legítimo, por mayoría absoluta, y que guste o no, lo es de todos los españoles, porque esa mayoría salió de las urnas. Y las urnas son la voz del pueblo en una democracia. Pero el pueblo también habla de otras maneras, cuando le aprietan el gaznate. No es justo echar la soga siempre a las clases medias y bajas. Solo queda la calle, aunque hay maneras y maneras de tomarla.
Me indigna el famoso “que se jodan” de la diputada popular Andrea Fabra, ya fuera dirigido a los de la bancada de enfrente, los diputados socialistas, o al sufrido parado español, y me cabrea que un grupo de espontáneos escupieran a la delegada de gobierno Cristina Cifuentes y la acorralaran, llamándola “hija de puta” (sic) cuando salía de su casa para hacer unas compras. Si podéis ved el video se siente el aliento de los exaltados en el cogote. Valientes cobardes. La violencia deslegitima cualquier forma de protesta, a mi modo de ver.
La calle se toma como se hizo hace 15 años en ciudades y pueblos de toda España, cuando ETA secuestro a Miguel Ángel Blanco. Yo fui a una manifestación multitudinaria en Madrid, éramos un millón de personas. A la altura de la Red de San Luis un grupo de radicales empezó a pedir la pena de muerte para todos los terroristas y a insultar al pueblo vasco. Era una marcha pacífica, silenciosa, y logramos que se callaran. Desgraciadamente, Miguel Ángel estaba sentenciado. Lo intuíamos pero había que salir, mostrar el rechazo, la repulsa, la unión del pueblo. Salvando las distancias, que son muchas, en democracia lo único que puede hacerse para pedir a los gobernantes que den un paso atrás o al menos que no den nuevas zancadas es levantar la voz.
Pero cuanto más sondeo a la gente más decepcionada me siento. Muchas personas se muestran críticas con las medidas adoptadas, si bien me dicen que “es lo que hay”. ¿De verdad no puede hacerse nada? No quiero creerlo.
Tampoco se trata de amargarnos el verano. Disfrutad de los festivales, del gazpacho, de los helados, de las terrazas, de la comida en el chiringuito, de la baños en la piscina, de ver la puesta de sol a la vera del mar (el que pueda). Al fin y al cabo el IVA no sube hasta septiembre.