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‘Ardenas 1944, la última apuesta de Hitler’

Publicado el 01 julio 2015 por Joaquín Armada @Hipoenlacuerda

Soldado estadonidense jeep nevado Batalla ArdenasHitler ya había sido vencido… o no. A veces, la temeridad y la audacia avanzan juntas hasta la encrucijada que distingue el éxito del fracaso. En las Navidades de 1944, el cruce que separaba ambos destinos se llamaba Bastogne, una pequeña localidad belga de las Ardenas donde unos pocos miles de soldados estadounidenses, mal armados y peor equipados, detuvieron la última gran ofensiva alemana. Como un jugador al que la ruleta dejó de sonreír, Hitler apostó sus últimas fichas a un todo o nada. Fue un acto de desesperación, pero teníamos que arriesgarlo todo”, diría el general Jodl después de la guerra. Salió lo previsible: Hitler acabó suicidándose y Jodl colgado en Núremberg, pero solo tras el sacrificio de decenas de miles de hombres, como nos cuenta Antony Beevor en su último ensayo.

El 16 de septiembre de 1944, mientras estadounidenses y británicos soñaban con una Navidad en Berlín, Hitler desveló a un puñado de elegidos su gran ofensiva para recuperar la iniciativa en el frente occidental: atravesar los bosques de las Ardenas para tomar Amberes, separar a británicos de estadounidenses, romper su alianza y concentrar todas sus tropas en el frente del Este. Guderian quedó desconcertado ante aquel plan, escribe Beevor, el viejo general sabía que el ataque agotaría las últimas reservas alemanas de hombres, tanques y combustible, y que sus posibilidades de éxito eran mínimas. No fue el único. La inteligencia aliada no detectó un ataque que era incapaz de imaginar.

Soldados alemanes avanzando Batalla Ardenas
La ofensiva comenzó el sábado 16 de diciembre, aprovechando que el mal tiempo impediría a los aviones aliados despegar durante días. Una semana más tarde había fracasado, pero nadie se atrevió a decírselo a Hitler, que había elegido al SS Sepp Dietrich, “considerado un hazmerreír por los oficiales de alta graduación del ejército, para liderar el ataque. Sus divisiones SS tenían los últimos modelos de tanques Tiger y un desprecio casi absoluto por la vida de civiles y prisioneros, pero su pericia fue inferior a su lealtad. Su tácticas de terror se volvieron en su contra. Beevor convierte cada día de esa semana decisiva en un capítulo y narra el fracaso de los comandos alemanes disfrazados de soldados estadounidenses que ‘Caracortada’ Skorzeny infiltró tras las líneas aliadas, la resistencia épica de los paracaidistas de la 101ª División y el choque de egos entre los generales estadounidenses y un Montgomery que “carecía de toda inteligencia emocional”.

Desde ‘Stalingrado’ (1998), el historiador británico nos ha llevado a la IIGM a través de sus grandes batallas, combinando con maestría la visión de los generales con la de soldados y civiles. En ‘Ardenas, 1944’, que continua su relato deEl día D(2011) y lleva directamente a ‘Berlín, la caída’ (2004), la prosa de Beevor alcanza sus mejores momentos cuando describe las terribles condiciones en las que se libró la batalla. Al contrario que Bergstrom, Beevor no discrepa del relato tradicional – la victoria alemana era casi imposible -, pero pone la lupa en los crímenes de guerra cometidos por los soldados estadounidenses, mientras los altos mandos miraban hacia otro lado. Los asesinatos, respuesta a los crímenes cometidos por los soldados de las SS, quedaron doblemente impunes: no fueron juzgados y quedaron silenciados durante décadas en el relato de una guerra que Hitler no podía ganar.

‘Ardenas. La última apuesta de Hitler’. Antony Beevor. Crítica. Barcelona, 2015. 616 páginas, 27,90 euros

Batalla Ardenas Tanque alemán averiado

Pd: En este enlace podéis leer las primeras páginas. Y aquí convertiros en ‘turistas militares’ y recorrer los principales escenarios de la batalla.


‘Ardenas 1944, la última apuesta de Hitler’

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