Siempre que retorno a Arequipa, me sobrecoge la magia y el embrujo de su paisaje. Y me da lo mismo que llueva (a mares como ahora, febrero 2011) o que luzca radiante su sol (como casi siempre). Les comparto tres textos en los que sus cronistas -dos españoles y una arequipeña- no pueden permanecer asépticos ante la maravilla de su paisaje y lo describen apasionada y bellamente. El primero es el carmelita de comienzos del siglo XVII, A. Vásquez de Espinosa "Compendio y descripción de las Indias Occidentales" c.51, Washington, The Smisthosian Institution, 1948, pp.465-467
Es de las más regaladas del mundo, y parece un pedazo de paraíso terrenal, todo el año está florida y llena de frutas, tiene una ribera muy buena y alegra mucho las huertas o chacras de perales, duraznos, manzanos y las demás frutas de España y de la tierra, que cierto cuando estuve en ella me pareció lo primero y mejor del mundo por el buen sitio, temperamento y lindas aguas que tiene a vista de la ciudad cerca de ella hay muchos pueblos a una y a dos leguas a más y a menos, en alegres y fértiles valles por donde vienen ríos de dulces y cristalinas aguas, que además de las huertas y frutales que tiene se siembra y coge mucho trigo, maíz, garbanzos y habas, y otras semillas de España y de la tierra, la principal cosecha es por Navidad, llegando a esta ciudad por este tiempo, vi una parva de trigo en una era, que sólo tenía las espigas de trigo, que siegan como no hay necesidad de paja en aquella tierra y a la hora de vísperas vi entrar en ella dos correos de indios e indias por las manos tomados cantando y holgándoseEn segundo lugar, la novelista María Nieves y Bustamante en el prólogo-presentación de su obra Jorge o el Hijo del Pueblo -donde Arequipa se presenta como una ciudad con "denominación de origen", con identidad bien definida:
"Tal es Arequipa, la ciudad mística y guerrera, poética y religiosa [...] en todo ofrece los contrastes más sorprendentes; pero resueltos en una armonía superior y grandiosa. Es risueña su campiña; pero amenazante el cráter de su volcán; es benigno su clima, pero son espantosos sus terremotos; y mientras el cielo le sonríe dulcemente, braman en las entrañas de su suelo mil ríos de líquida lava en la lid; y la que corre al pie de los altares humillada y penitente cuando siente sobre sí el brazo de la Justicia Divina. Ella tiene la fiereza del león y la dulzura de la paloma. Aquí se siente el bélico sonido del clarín, la descarga atronadora del cañón, la violenta sacudida del terremoto; y aquí turba el silencio apacible de la noche de la dulcísima melodía de la flauta, la tristísima cuerda de la guitarra y el doloroso o apasionado canto de todo el que sufre o ama. Esta es la patria de Bolognesi, el héroe mártir de Arica; y aquí se meció la cuna de Melgar, el poeta de la pasión y del dolor. Todo es extraordinario, elevado y misterioso; pero todo tiene un encanto: la Poesía; todo lleva un sello: ¡la Grandeza!"Y por último el magistral polígrafo y gigante misionero franciscano catalán P. Elías PASSARELL en Las glorias de Arequipa Arequipa, 1895 pp.24-27
¡Arequipa! no concluiré de cantar tus glorias sin manifestarte la grata impresión que experimenté cuando te vi por vez primera. Desde que los primeros rayos del naciente sol iluminaron tus hermosos edificios y a beneficio de ellos pude distinguirte en mi viaje, no puede separar de ti mi vista. ¡Ah! te presentaste a mi imaginación como una augusta emperatriz sentada sobre su trono, arrullada por el dulce murmullo del afortunado Chili, dominando la verde campiña que te rodea, y coronando la enseña de la redención la nevada frente del Misti, no pude menos de exclamar: " He ahí la ciudad de la fe, de la industria y de la ciencia; la ciudad católica por antonomasia, la Roma americana; esa es la renombrada Arequipa!...inspírate en su historia, recuerda su tradición, vive de su espíritu, profesa sus mismas doctrinas y procura que tus proezas como las suyas se registren con orgullo en los anales del Perú.Lo ilustro con las fotos tomadas la semana del 7 al 14 de febrero del 2011. Las primeras, bajo el Puente Fierro; otra, desde la Casa de Retiro de la Divina Providencia, por San Lázaro, junto a la Universidad San Pablo; la Beata Sor Ana de los Ángeles; Santo Toribio en el Seminario de San Jerónimo; con un colega historiador, Lic. Álvaro Espinoza en la Plaza de Armas.