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Por Claudio Lowy *
Es revelar la trama de las falacias del discurso que lo defiende. El 6 de diciembre de 2010, el Diario "La Capital" de Rosario publicó la nota "Hay una guerra contra el glifosato que se ha vuelto una caza de brujas". No se trata de una caza de brujas, sino de destapar las falacias del discurso que defiende el uso casi indiscriminado de los agroquímicos en general y del glifosato en particular.
Buenos Aires, 8 de diciembre de 2010.-
Con la intención de defender ese producto clave para el sistema de siembra directa, la nota informa que visitaron el diario "La Capital" de Rosario, Argentina, las siguientes personas: Luis María San Román, Gustavo Sutter Schneider y Patricio Lamas, presidente, secretario y miembro de la Comisión Directiva de la Sociedad Rural de Rosario, respectivamente; Mauricio Fargioni, de la Cámara de Empresas Agroaéreas de Santa Fe, y los científicos Alberto Etiennot, Augusto Piazza y Cecilia Travella. Fueron recibidos por el gerente general del diario, y el jefe de redacción, Daniel Abba. En una extensa charla, manifestaron su preocupación por el miedo generado en la población sobre el uso de los agroquímicos, pero sobre todo del glifosato.
La nota contiene mentiras, tergiversaciones y ocultamientos.
Para no abusar del espacio ni del interés y la voluntad de los lectores, sólo señalaré las mentiras. Dejo para otra oportunidad la tergiversación de los estudios que muestran los daños que produce el glifosato, los ocultamientos de los problemas y de las medidas preventivas tomadas en otros países y las referencias a científicos vinculados a Monsanto como si tuvieran independencia de criterio y fueran incuestionables. Tampoco me referiré a la responsabilidad de los aeroaplicadores.
Habiendo pasado 10 días de la publicación, y no habiendo encontrado desmentida alguna en los medios, considero que es cierto que los entrevistados dijeron lo que aparece en la nota.
¿Mentirosos o ignorantes?
Científico Piazza: El glifosato es un herbicida de categoría cuatro, banda verde, por una clasificación internacional basada en la Organización Mundial de la Salud que define a los productos por su toxicidad aguda y por la cantidad que debe utilizarse para que resulte tóxico. Van desde la banda roja, amarilla, azul y verde. La verde no implica que sea inocuo, pero sí que probablemente no cause riesgo si se lo utiliza como es debido. Vemos que se está asustando a la gente cuando no hay motivos para tanta alarma; la exposición que tiene la población no es importante como para asustarse de esa manera.
Científico Etiennot: Hasta ahora no se ha observado ningún problema que justifique un cambio en la categoría. El glifosato sigue en la banda verde. Si hablamos con seriedad, no podemos decir que es inocuo, de la misma manera que rechazamos a los que dicen que sí produce alteraciones. Y recordamos que se viene aplicando desde hace más de 40 años en 150 países y en ninguno tiene los reclamos que tiene en la Argentina. El Senasa no ha sacado ninguna prohibición del producto, ni le cambió la categoría.
Tanto Piazza como Etiennot faltan a la verdad, ya sea porque mienten o por ignorantes. Ambos han hecho reiteradamente esta afirmación, tanto en entrevistas mediáticas como en exposiciones.
El Informe del 10 de septiembre de 2010 de la Comisión de Expertos que la Universidad Nacional del Litoral constituyó a efectos de dar cumplimiento a la demanda de la Sala Civil II de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de la Ciudad de Santa Fe en los autos caratulados "Peralta Viviana c/ Municipalidad de San Jorge y Otros s/ Amparo", dice:
"El glifosato está clasificado como clase III (OMS, 2009) y así está registrado en el SENASA".
Que se sepa la verdad
La nota la terminan las palabras de San Román, como síntesis de lo que buscan los productores, aeroaplicadores y científicos, terminan: "Hay una buena predisposición de los productores para hacer las cosas debidamente. No decimos que nos den la razón, pedimos que se sepa la verdad, y que se lleve tranquilidad a la gente para que no se preocupe sobremanera".
La verdad es que tanto Piazza como Etiennot faltan a esa verdad que reclama el presidente de la Sociedad Rural de Rosario; y son los científicos que fueron con él al diario para participar de la nota.
Es claro que ese discurso no lleva tranquilidad a la gente; al contrario, muestra que los representantes institucionales de quienes utilizan y promueven el uso masivo de agroquímicos y los científicos que defienden este sistema productivo, no están interesados en la salud, bienestar y tranquilidad de la gente, sino exclusivamente en sus propios intereses, sin importar los daños y/o los riesgos a los que puedan someter a las poblaciones afectadas. Para ello están dispuestos a mentir públicamente, y también a apoyar y promover esas mentiras públicas. Salvo, claro está, que sean ignorantes del tema que están tratando; en cuyo caso no deben presentarse ni deben ser presentados como científicos.
El trabajo, la lucha, la militancia
Vale señalar que de ninguna manera la categorización como clase III del glifosato es indicativa de su toxicidad real ni de los daños y riesgos a que somete a las personas que lo aplican y padecen; pero esto no es objeto de esta nota.
Una red de personas e instituciones de Argentina estamos trabajando hace ya casi dos años para lograr el cambio de metodología en la clasificación de los agroquímicos, para que no sólo refleje las toxicidades letales agudas, sino también las subletales y las crónicas; que se aplique el principio precautorio definido por ley a los productos que se aplican y de los que no se conocen todas las toxicidades; y que las personas que hagan las evaluaciones tengan reconocida independencia de criterio. Después de conseguir que el Defensor del Pueblo de la Nación emitiera la Resolución 147/10, ahora, amparados en el artículo 14 de la Constitución Nacional, peticionamos al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación que la ponga en práctica.
Somos muchos los que estamos trabajando, luchando y militando en contra del uso de los agroquímicos que están causando daños sociales, ambientales y económicos de una magnitud hasta ahora desconocida; que están enfermando a la gente que los manipula y a la que vive en zonas aledañas a donde se aplican casi sin control, así como a las personas que compran y consumen alimentos contaminados con estos productos.
Ese trabajo, esa lucha y esa militancia persiguen un objetivo mucho más integral: la consecución de un sistema agroalimentario que distribuya y diversifique la producción, que recupere y construya soberanía alimentaria, articulando las diversas alternativas agroecológicas, de la vía campesina, de la agricultura familiar y del trabajo solidario.
Como dice el título, no estamos a la caza de brujas. Estamos revelando la trama de las falacias del discurso de los promotores del sistema de monocultivo extensivo con agroquímicos, del cual el sistema transgénico es sólo el último eslabón.
* Ingeniero Forestal. Máster en Desarrollo Humano Sostenible
Fuente: adital.com.br