El titular “Carrió se inmoló por la República” está bueno por lo jocoso, que en el interior de la nota varía entre afirmarlo y negarlo. En el historial de esta “bombista” su inmolación ocurrió hace ya largo tiempo y por eso su credibilidad está casi en cero, mientras que escucharla es un acto de entretenimiento que provoca risas por su catastrofismo que jamás se concreta.
Abundan las evidencias para decir que la demolición parcial en el Hospital Psiquiátrico Borda (el gobierno de derecha de la ciudad pretende transformarlo en centro cívico) le debería haber preocupado a esta pobre mujer, pues con igual grado de exageración podríamos decir que Carrió tal vez se quedó sin atención ambulatoria ya que su locura no es profunda sino que tiene naciente en el capital mediático, ese que justamente viene operando para voltear a la República, procedimiento que los argentinos conocemos mucho y podemos dar cátedra en el resto del mundo.
Apuntando más alto y fuera de la farándula, porque en el bombardeo contra el gobierno están los zócalos (Carrió, Lanata y el resto de los empleados del Grupo Clarín) y los pilotos (Mariano Grondona) que saben cómo actuar sin hacer papelones mediáticos, el tema de la justicia nacional es sumamente delicado y para entrar en debate hay que entender en profundidad.
Aclaro el concepto: al lector no se le ocurriría opinar sobre cirugía si ni siquiera es médico; tampoco sobre resistencia de materiales si carece de estudios sobre ingeniería. Pero la arrogancia periodística habilita a muchos a opinar sobre qué reformar o no sobre cuestiones delicadas de la justicia, bajo el preconcepto de que todos entendemos del tema. Error garrafal que hoy está expandido como agua en la selva mediática.
Tate, Tate. El pueblo no gobierna ni delibera sino por medio de sus representantes. Pequeño detalle que nos han hecho olvidar los mediáticos interesados.
Asumiendo entonces que mis credenciales (títulos) y habilidades (idoneidad) no me facultan para el debate responsable, entonces trato de analizar el panorama desde la distancia, esa que descubre los lineamientos generales presentes en base al pasado mediato (no inmediato) y su proyección también a mediano plazo.
No soy tan niño para ignorar ni tan anciano para haber olvidado la industria de los juicios contra el Estado Nacional que con toda soltura han hecho pícaros estudios de abogados al servicio de empresarios, abogados y políticos. Hoy el gobierno se animó a destapar una de las aristas de esta industria que son las medidas cautelares, que prolongan casi a perpetuidad los dictámenes que no les convienen a los poderosos. Nada nuevo y era previsible que esos poderosos -los que están tradicionalmente por encima de las leyes- se iban a levantar en armas. Esas armas son sus voceros mediáticos que teatralizan peligros contra la libertad cuando en el fondo el peligro es contra sus intereses. ¡Uf! Si sabremos de esto los argentinos.
Ya en 1810 los porteños-portuarios reclamaron libertad para poder controlar todo el interior del país que nacía; contradicción que se ha mantenido hasta el presente y por eso siguen dándole generoso espacio mediático a quienes los votos del país desplazaron prácticamente de la política (Elisa Carrió).
Así, los que saben y los que no, los que representan y los que no, hablan y descargan sus peroratas frente a las cámaras de TV o las páginas de Internet en sintonía con los poderes que representan (dinero de por medio), por ello sólo tienen presencia los amigos del poder (mediático como político) y el resto (99,99% de la población) ¡a callar!.
Ese es el verdadero peligro de la democracia, cuando no permiten que gobiernen nuestros representantes, o sea gente que el pueblo eligió. A Carrió apenas la eligió el 3% de los votantes, pero ocupa espacio en los medios como si representara a más electores que la presidenta Cristina F. de Kirchner. Cualquiera medianamente coherente comprende que representa a la empresa que le da ese abultado espacio televisivo, igual que Jorge Lanata y que tantos otros empleados (periodistas e invitados). A los que me quieren convencer de supuesta independencia de opinión, como soy adulto, con una sonrisa les digo que con ese libreto no les alcanza para embaucarme.
No me embaucan con el “rating” del programa de Lanata medido por su patrón, programa que también yo a veces miro pues el cómico Luis Landriscina ya no está en escena y los programas de la farándula no se transmiten de noche.
No me embauca el periodista-chimenea (alto, negro y con humos en la cabeza) que desde la pantalla chica le da indicaciones de cómo gobernar a la presidenta de los argentinos.
Entonces, desde mi estabilidad emocional y mi criterio de adulto trato de observar el panorama como dije antes. Ese panorama me dice que al poder insidioso del Grupo Clarín, que dejó de ser periodístico hace tiempo y sólo opera como oposición sin nombre registrado de partido político, hay que frenarlo o desmembrarlo porque sólo persigue negar la voluntad democrática e imponer las reglas de las minorías, y volvemos lamentablemente a 1810, como si no hubiéramos tenido evolución ciudadana.
Los representantes del pueblo dicen que hay que acabar con las medidas cautelares, con la designación de jueces a dedo (gran novedad gran) y con su omnipotencia al servicio de los poderosos (”hacete amigo del juez” ya lo dijo José Hernández en su Martín Fierro) para torcer lógica, criterio y honestidad.
Según mi entender, los representantes del pueblo votaron una ley de medios que todos acataron menos el Grupo Clarín, por lo tanto esa empresa está en rebeldía jurídica. Si para que se cumpla la ley hoy es necesario modificar las atribuciones de los jueces, pues que así sea y punto.
¡No, no! ¡Es anticonstitucional!
Es imposible que combatir al golpismo mediático sea anticonstitucional. Aquí como en la China. Y si el vericueto jurídico propuesto no es del todo “acorde a derecho”, pues que se sancione ahora, se aplique durante cierto tiempo, y se restablezca cuando se haya disipado el peligro actual (años o décadas) contra la democracia.
Soy un ciudadano más de los millones que habitamos esta tierra y reclamo libertad y calidad. Libertad de estar informado (no inducido por las “redes sociales” que manejan ellos mismos) y calidad en la información que me brindan (ni inventos de títulos que cualquiera baja por Internet, ni farándula con testigos falsos que les complican la vida a otros por unos pesos o dólares).
Abundan los ejemplos de que los atomizados en Bs. As. no tienen libertad informativa. Aquí enumero apenas las noticias de trascendencia internacional que se emitieron el lunes 29 y que la prensa porteña no difundió (titulares tomados de TelesurTV, canal que el videocable multinacional que opera en Bs. As. no transmite):
“Bolivia iniciará ronda de negociaciones para adhesión al Mercosur.
Bolivia reporta cifra record de venta de gas a Brasil y Argentina.
Grecia adopta “reestructuración” del sector público con 15.000 despidos.
Venezuela denunciará ante organismos internacionales violencia de la extrema derecha.
Cumbre de Petrocaribe se desarrollará el próximo sábado en Venezuela.
Maduro rechazó mensajes de odio de Carriles contra presidentes de Latino América”.
Mientras tanto, CNN difundió imágenes del enfrentamiento callejero entre los empleados y pacientes del Hospital Borda con la policía metropolitana, pero ese medio de difusión de la derecha norteamericana se cuidó de confundir al televidente haciendo parecer que el conflicto fuera nacional resguardando al jefe del gobierno porteño (de derecha).
Así está de controlada la ciudadanía porteña y luego creen entender “a la perfección” lo que ocurre en el país, el continente y el mundo, y salen a las calles en defensa de “la libertad” (libertad en el gheto).
Me irritan los ciudadanos que apuestan al fracaso del gobierno (de éste, del anterior y de todos los que por décadas me representaron o no, pero que asumieron gracias al voto de las mayorías), al fracaso de la moneda nacional (adoran al dólar estadounidense) y al fracaso de mi propia vida. Sí, porque a diario me quieren inculcar que estoy viviendo mal, cuando con mis ingresos mensuales estoy varias veces mejor que cuando esos mismos derrocaron al gobierno de De la Rúa.
¿Miento? No, no miento y los testimonios son las rutas atestadas los fines de semana largos, los restaurantes llenos y la cantidad de vecinos que en mi humilde barrio están ampliando sus viviendas. No necesito a la prensa para ver el progreso de mis semejantes. Además me faltan dedos de la mano para contar los años que estoy ahorrando e invirtiendo en pesos sin necesidad de comprar dólares como me incitan los representantes extranjeros.
Me irritan los burlones a sueldo (Lanata) y catastrofistas (Carrió) que se niegan a confesar su compromiso con el golpismo mediático, idéntico con lo que está ocurriendo en otros países desde que empezaron a separarse del control de la derecha norteamericana y multinacional.
Me irrita que cuestionen nuestra prosperidad y oculten la debacle europea; que jamás informen sobre la represión y desigualdad en Chile ni los espectaculares progresos que están logrando MERCOSUR, UNASUR, CELAC, FOCALAE y ASA, entes donde hay y operan nuestros representantes.
Me irrita que nuestro sistema democrático esté dividido en tres poderes pero sólo podamos elegir representantes en dos de ellos, y que las evidencias (en cualquier ciudad) digan que ese tercer poder a veces hace lo que se le antoja o mejor dicho lo que le indica algún poderoso, y lo digo desde mis propias heridas, o sea no porque lo diga nuestra presidenta o algún mediático sino por experiencia propia.
¿Entonces?
El pueblo es soberano, está representado en dos de los tres poderes del gobierno y sería sano que también elijamos al tercer poder de la forma que decidan nuestros representantes en MAYORIA, pues en democracia no se puede aceptar la imposición (imposición) de las minorías, por más marchas que hagan en la meca de los medios de difusión nacional.
¿Y Carrió?
Pobre mujer. En las próximas elecciones será ella la que desaparezca de la República democrática, aunque seguirá presente en la República Clarín.
¿Se está inmolando?
No. Se está suicidando políticamente y merece nuestra lástima, porque cree ser una redentora y a los ojos de la mayoría está ida (demencia mediática).
Pobre mujer.
Luis Colombatto