Ni bien arrancó el partido, empezaron las ovaciones: cada vez que tocaba la pelota, gritos ensordecedores. Las cámaras buscaban en la tribuna chicas que llevaban vinchas con su nombre. Es que Neymar era la principal atracción del “Superclásico de las Américas” que se disputó en Belem. El encuentro, para ellos, una excusa para ver al muchacho de la cresta. Para Alejandro Sabella, otra gran ocasión para probar jugadores.
Y Sabella probó. Y otra vez acumuló jugadores en la mitad de cancha. Apostó al mano a mano de Iván Pillud y Emiliano Papa frente a Lucas y Neymar. Perdieron. Lucas, autor del primer gol, desbordó permanentemente el sector izquierdo de la defensa argentina. Papa no pasó al ataque, no pidió la pelota, no intimidó. Y Neymar…
Con la pelota, Argentina, poco. Mucha gente en la mitad de la cancha y poca creación, poca sorpresa. Muy poco ritmo. Poco, también, de Héctor Canteros, un volante con buen pie que había tenido un buen encuentro en Córdoba. Menos de Lucas Viatri, que siempre recibió de espaldas al arco, que nunca le hicieron llegar la pelota cómoda. La única del “9”de Boca se la generó él: una media vuelta adentro del área que se fue por encima del travesaño.
Es que la acumulación no es buena. Por momentos el combinado nacional se defendió con cinco. En otras ocasiones, Pillud y Papa se sumaron a la línea de volantes. Ninguno se acercó al único punta que eligió Sabella. De a chispazos, Walter Montillo. El enganche de Cruzeiro, a pesar de que por momentos estuvo impreciso, fue el único que se animó a encarar, a acelerar con la pelota, a acompañar a Viatri. Pero no incomodó.
Pero la atracción cumplió con las expectativas. El primer tiempo, para Neymar, fue de aclimatación: buscó su lugar en la cancha, lo encontró en todos los sectores. Y la segunda parte, después del gol de Lucas, se soltó. Comenzó a acercarse a Ronaldinho, que mantiene su calidad intacta. Y ahí, al gerente de marketing de la marca de la pipa se le prendió la lamparita: Neymar jugó para grabar mil propagandas. Se cansó de tirar lujos, chiches. Cuando se juntaron con el “10”de Flamengo, se divirtieron. Dejaron en ridículo a toda la defensa argentina. Y el fútbol, generoso como es, lo premió con un gol.
Brasil, de manera justa, se quedó con la copa. Para Mano Menezes, un respiro. Para Sabella, varias cosas para analizar. El equipo no jugó bien. Deberá rever si puede jugar con un solo delantero, si hay laterales capaces de hacer toda la banda. Si juntar volantes en la mitad de cancha sirve es igual a más posesión de pelota. Como positivo, Montillo: aunque es un puesto que en la selección está bien cubierto, tuvo un buen debut. Sin embargo el almanaque marca el 7-10. Ahí comienza el verdadero desafío. Y ese día, si el entrenador quiere, los que se diviertan serán Juan Román Riquelme y Lionel Messi.