Revista Arquitectura

Arquitectura y colostomía

Por Arquitectamos
El otro día, hablando de lo de siempre, de si la arquitectura es un arte, de si patatín, de si patatán, pensé por enésima vez en el daño que se ha hecho a la arquitectura tomándola por arte. O, mejor dicho, por una de las "bellas artes". Arte es. Claro que sí. Pero no un arte sublime, bella, meliflua, bonita, espiritual, etecé, etecé, etecé. Esto le ha hecho mucho daño, y ha sido y sigue siendo la principal causa de que haya tan mala arquitectura por todas partes. Toda la vida se ha hablado del arte de la medicina, del arte del derecho, del arte de la guerra o del arte de amar. En ese sentido sí hay que hablar del arte de la arquitectura, y del de la ingeniería. En el sentido de "cosa hecha por el ser humano" y "cosa hecha con habilidad". Arti-ficio, arti-ficial, arte-facto. Se trata de la magnífica arte de hacer un martillo, un teléfono o una colostomía.
Arquitectura y colostomía
Para empezar, si la gente se planteara los edificios y las intervenciones urbanas como se plantean las intervenciones en el colon, todos seríamos mucho más responsables respecto a la arquitectura, al tejido urbano, a su economía y a su funcionalidad, y los entornos en los que vivimos serían mucho más orgánicos, agradables, limpios y placenteros. (Y también más hermosos, precisamente porque nadie se plantearía su supuesta hermosura como condición). Un cirujano no cose por estética, pero si hace un buen trabajo dejará una cicatriz limpia y "bella". La absurda idiotez de que los edificios tienen que ser "bellos" y el absurdo cacao mental que tenemos todos con lo que es "bello" y lo que no lo es hacen que la casi totalidad de los edificios que nos rodean sean un insulto a nuestra inteligencia y, por lo tanto, a nuestra sensibilidad.
-La operación ha sido un éxito. Le hemos extraído el tramo de colon afectado y le hemos rematado con una sutura con hilo rojo intenso, haciendo un gracioso zigzag sobre su vientre que realza el relieve de su ombligo. -¿Pero harán biopsia de lo que me han quitado? -Casi que no. Como nos ha quedado una cicatriz tan bonita... Aunque si quiere se la hacemos. -No, no. ¿Para qué? Si no luce nada. -Lo que sí vamos a hacerle es implantarle un segundo ombligo de PVC, que hace muy gracioso. -Ah, sí. Muy bien.
No es broma. Así se toman muchas decisiones arquitectónicas. Así en muchos aleros se ponen canecillos de madera, que son supuestos extremos de unas viguetas de madera que no existen, pero "hacen bonito". Así la infausta "Puerta de Europa" (ja, ja y ja) de la Plaza Castilla de Madrid consiste en dos torres chaparretas e inclinadas porque sí. Así vemos puentes supuestamente sujetos por unos supuestos tensores de acero que en realidad son mero adorno.
Y así cualquier arquitecto mediano (como yo), aceptable profesional (como yo), capaz (como yo) de hacer unos chalés adosados agradables y cómodos, se ve sometido e impelido, al final del proceso, a "hacerlos bonitos". ¿Por qué? ¿Para qué?
Hace tiempo le hice tres casas a un cliente. Discutimos mucho con la disposición de los espacios, la forma de entrar, el acceso directo desde el salón a los dormitorios, etc. Era una parcela con una pendiente muy fuerte y con unas vistas muy buenas hacia abajo. Fue un gran cliente, que me obligó a mejorar el diseño y la funcionalidad de las viviendas.
Pero llegamos a un punto que yo consideré "punto final". Le dibujé unas perspectivas y se las enseñé muy satisfecho. Él las miró también muy satisfecho y me dijo: "Me gusta. Ha quedado muy bien. Ahora vamos con la estética".
Yo pensaba que mis diseños desnudos eran el punto final, pero para él eran el punto de partida de la segunda fase, que era la realmente importante.
Lo que ya importa menos es que para él esa segunda fase consistiese en añadir aquí y allá un arco de ladrillo, un balcón con barandilla de forja o una balaustrada de hormigón. Para los arquitectos lo que hay que añadir es un paño de acero cortén, una barandilla de barras horizontales de acero (inoxidable o pintado de blanco) o unas ventanas enrasadas a fachada, sin persianas.
Pues tan caprichoso, tan gratuito (y tan feísimo) es lo uno como lo otro. Es un debate sobre qué elementos postizos y absurdos me gustan a mí y que elementos postizos y absurdos le gustan a mi cliente.
Los elementos puestos sin ton ni son (el acero cortén puede producuir una textura muy agresiva y funciona muy mal térmicamente, las barandillas de barras horizontales son escalables por los niños, y las ventanas enrasadas a fachada sin persiana son terribles en climas calurosos) no pueden producir hermosura. Sería una hermosura falaz, criminal, contraria a la verdad y a la bondad. Algo así no puede ser hermoso. La belleza no puede ser el resultado de un crimen. (De un crimen contra la inteligencia y el buen hacer).
Y, desde luego, lo que no es hermoso ni ético es buscar la hermosura per se.
El cirujano no busca la estética ni le interesa lo más mínimo. Intentará que quede la cicatriz más pequeña y más limpia posible, pero porque eso es la señal de un buen trabajo, tiene menos riesgo de infección y es menos agresiva para el paciente. Y, por lo tanto, el resultado será hermoso.
No creo que sea tan difícil de entender.
Defiendo apasionadamente la belleza de la arquitectura (que sólo se puede dar si la arquitectura es buena), como defiendo la belleza de un teléfono móvil, de una gubia, de un carro de varas, de un pozo de alcantarillado, de una grapadora, de una botella, de un mapa, de un helicóptero o de una colostomía.
Si están bien hechos son buenos. Si son buenos son bellos. Tan bellos que incluso soportan sin demasiada merma algún "toquecito" final.
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