Revista Cultura y Ocio

Arrecife, por Juan Villoro

Publicado el 10 junio 2012 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg
Arrecife, por Juan Villoro Editorial Anagrama. 239 páginas. 1ª edición de 2012.
En una de las últimas entradas de 2011 hablé de mi relación con la obra de Juan Villoro (Ciudad de México, 1956); del que ya he leído (contando con la novela que comento hoy) 6 obras. (Para ver esa entrada, pinchar AQUÍ).
Aunque aún no he leído El disparo de Argón, novela de 1991, reeditada por Anagrama y que sé que tienen en la biblioteca de Móstoles, me apeteció leer esta novedad, Arrecife, cuando la vi publicada en Anagrama.
Me gusta una de las tradiciones del colegio donde trabajo: para conmemorar el día del libro, en las semanas previas al 23 de abril, el tutor de cada clase debe organizar un amigo invisible, con el objetivo de que cada alumno regale un libro a otro (el tutor también entra en el juego). Se supone que el libro regalado es una sorpresa, pero yo suelo proponer que al menos cada alumno hable de qué tipo de libros lee (“¿valen revistas?”, “NO”) para que su amigo invisible pueda elegir más fácilmente el regalo. Antes, al hablar de mis intereses lectores, yo indicaba alguna generalidad, y lo común era que mi amigo invisible (o más bien sus padres) me compraran un bestseller de tapa dura que acababa por no leer (o por cambiar por otro libro si había suerte y traía el ticket-regalo de El Corte Inglés); así que, para evitar a algún padre ese gasto innecesario, en los últimos años suelo indicar a mi amigo invisible un título de un libro que sé que voy a leer, que no sea demasiado caro, y que para él va a ser fácil de encontrar. Este año me decidí por esta novedad de Villoro.
La acción de Arrecife se desarrolla en el Caribe mexicano, en un lugar llamado en el libro Kukulcán (y que posiblemente sea una transformación de Yucatán). El tiempo de la historia es el actual; sin indicarse en el texto ningún año, un hecho real nos da una fecha concreta: “Un avión de Air France se dio a la madre. Iba de París a Brasil, con 227 pasajeros” (pág. 139). Este accidente tuvo lugar en junio de 2009.
La Pirámide es un complejo hotelero regentado por Mario Müller, ex componente del grupo musical Los Extraditables, al que también pertenecía su amigo, trabajador del complejo (su tarea consiste en musicalizar a los peces del acuario) y narrador de la historia: Tony Góngora. Ambos personajes superan los 50 años; Tony, a causa de sus excesos con las drogas, tiene lagunas de memoria que Mario (amigo desde la infancia) le ayuda a rellenar.
El libro no está dividido en capítulos, ni partes, sólo unos saltos de línea marcan la discontinuidad de las escenas. Pronto, en la página 21 (el libro empieza en la 11) aparece un cadáver en el acuario: “Tenía una postura extraña, como si intentara una brazada. También tenía un arpón en la espalda (…). Lo habían matado ahí, con el traje de neopreno puesto”. Se trata de un asesinato. El muerto es Ginger Oldenville, norteamericano y uno de los buzos del complejo. No mucho después aparece un segundo muerto… (No quiero desvelar más asuntos de la trama). Arrecife está compuesto bajo las premisas de un policial, aunque estas premisas sean ligeras y el cuerpo principal de la historia se acerque más al desarrollo de otras obras de Villoro: mostrar la evolución psicológica de unos personajes, con el trasfondo de la evolución social de su país. De hecho, de forma más contundente que en otras obras de Villoro, en Arrecife nos encontramos con una crítica directa a la situación actual de México. La Pirámide, el complejo en que se desarrolla la historia, no es un resort común; Mario Müller ha conseguido crear para él una oferta más apetecible que la de la competencia: La Pirámide vende miedo, un miedo controlado hacia la guerrilla o al narco, que un decadente europeo puede encontrar exótico y excitante. “Si sienten miedo eso significa que están vivos: quieren descansar sintiendo miedo. Lo que para nosotros es horrible para ellos es un lujo. El tercer mundo existe para salvar el aburrimiento de los europeos” (pág. 63). Las críticas a la situación del país se van filtrando constantemente en la novela. Veamos algún ejemplo más: “El soldado tiritaba. Debía tener fiebre. En otra parte hubiera sido un enfermo de malaria. En tiempos del esplendor maya hubiera sido un sacrificado. En mi país era un militar” (pág. 153). “El país se volvió una mierda. El insomnio es generacional” (pág. 197).
Y aunque ya he señalado que el tiempo histórico de la novela es 2009, en realidad Arrecife se puede leer como una novela de anticipación, con un ligero –aunque palpable– toque expresionista que la emparentaría a las novelas de J. G. Ballard.
En mi anterior entrada sobre Villoro, al hablar de su novela Materia dispuesta, apunté: “Me gustó, pero quizás aquí el ingenio con que Villoro escribe sus frases lastraba la eficacia de la historia”. Y esta característica, la de la frase ingeniosa, quizás sea una de las más representativas de su estilo; un recurso que sigue utilizando en Arrecife, con frases que plantean una aparente contradicción de conceptos (“La suerte lo maltrataba, una y otra vez, haciéndolo ganar”, dice en la pág. 35 para hablar de un personaje empeñado en perder; o en la pág. 201: “Una frase perfecta para tener los dientes podridos. Volví a detestar la impecable sonrisa de Leopoldo Támez”); un recurso con tendencia al chiste que, a veces, puede restar algo de eficacia a las escenas dramáticas. Me ha parecido observar que, sin abandonar este recurso –como se veía en los ejemplos propuestos–, en Arrecife el estilo se hace algo más seco, y Villoro usa frases más escuetas.
Otra de las características del estilo de Villoro, y que aquí está presente en la misma medida que en sus otras obras, es la de saber perfilar con nitidez a todos los personajes. El elenco de secundarios es notable en Arrecife, y de casi todos acabamos conociendo su historia. La novela avanza y Tony Góngora nos narra su propio pasado como hijo abandonado o como semiestrella del rock, además de ponernos al corriente de las trayectorias vitales del resto de personajes con los que interactúa.
Al leer Arrecife he encontrado una conexión inesperada: la mitificación de las estrellas del rock o del pop propuesta me ha recordado a las referencias musicales de Rodrigo Fresán en novelas como Jardines de Kensington. Así, en Arrecife podemos leer citas como ésta: “¿Te acuerdas de lo que decía Eric Clapton? El virtuoso no es el que toca muchas notas sino la nota” (pág. 186).
El testigo me sigue pareciendo la mejor obra –por el momento– de Juan Villoro, pero eso no quita que Arrecife sea una novela rica en personajes, tramas, subtramas, matices, críticas a la realidad; y, a pesar de que –debido a su ambición compositiva– el intento de interconectar todas las subtramas haya podido parecerme algo artificioso, este libro me ha hecho disfrutar durante toda una semana.

Volver a la Portada de Logo Paperblog