Reconozco que me he quedado un tanto estupefacto (qué bonita palabra) cuando me enteré del asesinato de Bin Laden por nuestros amables vecinos yankis. No tanto por el hecho de que se hayan tomado la justicia (mejor decir venganza) por su cuenta, pasando de tribunales, sino porque los ciudadanos han aplaudido y celebrado semejante hazaña. Imagino que si eso lo hubieran hecho nuestros soldados, la reacción popular no habría sido exactamente la misma (más que imaginar, lo espero)...
Y aún más: resulta que no quieren enseñar la foto del insigne muerto porque dicen que "eso no es lo que son", como indicando que sería un acto tan bajo que les parece siquiera inimaginable. Vamos, que ahorcar al cuatrero a la entrada del pueblo les parece genial, pero arrastrar su cadáver atado al caballo por las calles, les parece inconcebible, por ruin. Pura coherencia, vamos.
Y todavía más: el resto de nuestros amados y estimados líderes mundiales han aplaudido cual perritos perfectamente amaestrados y aborregados los hechos consumados del líder de líderes, Mr. Obama. Quién nos ha visto y quién nos ve. Aún recuerdo las manifestaciones contra la guerra por las calles de Madrid, o la firme oposición del gobierno francés a la invasión de Irak, la escasez de líderes en Las Azores... parece mentira.
Y como creo que al final las cosas sí son (o terminan siendo) lo que parecen, si parece mentira será porque es (o era) mentira. Era mentira que Zapatero estuviera en contra de la guerra de Irak; sólo estaba en contra de Aznar (lo cual tampoco es un demérito). Era mentira que Sarkozy se opusiera a la invasión; sólo se oponía al reparto de petróleo que le habría propuesto Bush y que, posiblemente, Obama haya mejorado. Todo mentira. Pura fachada...
¿Dónde están el resto de países con fuerza suficiente para poner coto a este tipo de barbaridades? Ah, sí, es cierto, que para tirar una piedra hay que estar limpios de culpa, y no creo yo que Rusia, India, ni mucho menos China tengan mucho que enseñarnos sobre respeto, cuidado social, derechos humanos, etc.
Porque vivimos en un mundo en el que algunos pueden matar a quien quieran, saltándose todas las leyes, y el resto nos limitamos a aplaudir, o a agachar la cabeza, a la espera de ver qué nos cae por haber sido buenos chicos. Pues qué mierda de mundo, ¿no?