Desconocemos la procedencia del pescado que comemos en algunas ocasiones, sobre todo cuando lo hacemos fuera de casa. La confianza en el restaurante al que se acuda es realmente la única garantía de que el pescado que comerás será de primerísima calidad. Lo mismo ocurre con el pescadero en el caso de comprar para llevarlo a casa. Muchas marcas se han hecho un hueco en el mercado e incluso en las cartas de los restaurantes, cuando encontramos en ellas el nombre especificado de dicha marca. Pero existen otras que para el público final pasan desapercibidas y únicamente nos llega la calidad de sus productos después de pasar por las manos de los mejores cocineros. Es el caso de Arrom.
Arrom, después de cuatro generaciones dedicadas al pescado que empezó con la venta ambulante, ha experimentado un gran crecimiento en los últimos años. Primero en 2005 con la reforma del Mercat de Santa Caterina, unas obras que le permitieron cambiar su formato y organizar la logística adecuada para llegar de forma más eficiente a sus clientes restauradores. Seguido en 2008 con la apertura de una nave en Viladecans que les permite ampliar un poco más su radio y continuado en 2016 con su llegada a Mercabarna. Así continúan con su expansión, dando solución a la gran demanda tanto nacional como internacional. En solo unos años ha demostrado que es potente y que no se anda con tonterías, convirtiendo el punto de distribución de Mercabarna en su centro logístico que les permite ser hoy por hoy la mayor distribuidora de atún y salmón de España.
Arrom mueve cifras importantes: 30 toneladas de salmón semanales distribuidas por el país; 4 toneladas de atún diarias entre España, Italia y Francia; 40 trabajadores, 20 millones de Euros de facturación anuales y un millón invertido en desarrollo y logística. Números que le permiten mantener la cabeza como empresa distribuidora.
No es fácil llegar a esto, detrás de la intención y la inversión debe haber un producto que justifique este éxito. Josep Comas Arrom fue quien dio el empuje necesario para tirar adelante, lanzando la red para hacerla cada vez con más alcance. Mediante el control de la estacionalidad y el origen de las especies de los pescados que comercializan, sobre todo el del atún bluefin, la big eye y la yelowfin; se aseguran el mejor momento para interferir y proporcionar a sus clientes lo mejor.
Para nosotros, los de "a pie", las posibilidades de saborear alguno de sus productos son, sobre todo, dos. Por un lado, acudir a su parada en el Mercat de Santa Caterina o bien, disfrutar de ellos en algún restaurante. En este último caso, es más difícil hacerlo conscientemente, pues no hay forma de saber si lo que tenemos en el plato es su producto. Para ello, el paladar y el cocinero son los grandes aliados. El primero debe ser muy fino, demasiado diría yo, para distinguirlo, y, el segundo, debe ser un gran chef quien saque el máximo partido.
Muchos de los restaurantes japoneses de Barcelona hace más de 15 años ya vieron las excelencias de este producto. Entonces, cuando el sushi se comía solo en los restaurantes de comida asiática y empezaba a llamar la atención el pescado crudo, los restaurantes más gastronómicos buscaron incorporar en sus cartas nuevas elaboraciones más exóticas y ampliar así su oferta con platos de otros países, dando solución a lo que el público demandaba. Así, Arrom entró en las cocinas de los restaurantes más premiums de la Ciudad Condal donde los chefs más reconocidos trabajaban su producto.
Ahora, ya consolidados y con todo el reconocimiento, siguen haciéndose grandes. Una noticia buena para todos.
@arrombarcelona, los reyes del Bluefin Click to Tweet