Revista Arte

Arte rojo en Madrid

Por Isladesanborondon
La Casa Encendida y la Fundación Juan March, hasta el 15 de enero, nos proponen un recorrido por la creación pictórica, musical, cinematográfica, teatral, gráfica y literaria, que arranca en los primeros años de la Revolución soviética y finaliza con la muerte de Stalin. Hablamos de los “ingenieros del alma”, de aquellos intelectuales que colaboraron en la construcción de la sociedad estalinista y de aquellos que conocieron la represión por su oposición creativa.


Arte rojo en Madrid

Kazimir Malévich Caballería Roja, 1930 Óleo sobre lienzo


“Para un Estado revolucionario como el soviético, la cuestión de su relación se plantea de la siguiente manera: ¿puede dar la revolución algo al arte, o el arte dar algo a la revolución?”   Con esta frase definitoria, Anatoli Lunachrski, dramaturgo, crítico literario y político ruso, resumía en 1920 la imbricada relación entre arte y política de su tiempo.

Arte rojo en Madrid

Anna Ajmátova

Durante los años de la Revolución y los primeros años veinte, Rusia se quedaría sin su élite cultural. Unos mueren de hambre, otros de enfermedad, algunos son expulsados del país y otros sobreviven en el exilio. Vladímir Ilich Lenin, -el Vozhd del Estado-, con la valiosa ayuda de Trotski, puso todo su empeño en organizar una nueva intelligentsia que estuviera dispuesta a cooperar en la reorganización del país y que quisiera transmitir al pueblo los valores del comunismo. Lenin confió sobre todo en la alfabetización del pueblo y Stalin recuperó a algunos clásicos -excepto a Dostoyevski al que consideraba “nihilista y desmoralizador”-. Muy a regañadientes, Lenin aprovechó la fuerza mediática de la arquitectura, los carteles, el teatro, el cine, la fotografía, la radio o cualquier otro vehículo de comunicación que pese a su desconfianza, resultaron armas eficaces a la hora de propagar sus ideales de nación y progreso en el pueblo ruso. Con el título La Caballería Roja. Creación y poder en la Rusia Soviética de 1917 a 1945 (título que alude al libro de relatos de Isaak Bábel y a la famosa pintura de Malévich), La Casa Encendida en Madrid propone hasta el 15 de enero un recorrido donde se explica la crucial relación de la experimentación estética y su compromiso con la Rusia soviética de los años 20 y 30. Encontraremos obras de una amplia galería de literatos: Anna Ajmátova, Vladímir Mayakovski, Pasternak o Mijáil Bulgákov; y creaciones de otros artistas representativos: las pinturas de Vasili Kandinsky, Malévich o Isaak Brodski,  y los fotomontajes de carteles políticos de Gustavs Klucis y Ródchenko. Algunos colaboraron con el régimen, otros sin embargo padecieron la purga de intelectuales que promovió Stalin a finales de la década 1930.

Arte rojo en Madrid

Gustavs Klucis Millones de trabajadores, uníos a la emulación socialista, 1927. Estudio para cartel Fotomontaje con recortes fotográficos, papel de color, gouache y lápiz sobre cartón.


Esta exposición cuenta con la colaboración del Ministerio de Cultura ruso y la Cité de la Musique de París, y de otros catorce museos nacionales rusos que han cedido piezas de sus fondos, entre ellos la Galería Tetriakov y el Museo Estatal de San Petersburgo. La selección se completa con obras procedentes del Museo Nacional de Letonia, el Museo Nacional de arte Contemporáneo de Gracia y de la colección Guggenheim de Nueva York. 
Otra exposición completa nuestro recorrido por este periodo casi desconocido de creación y arte revolucionario centrado en la época de Stalin. La Fundación Juan March presenta: Aleksandr Deineka (1899-1969) Una vanguardia para el proletariado, la mayor exposición celebrada hasta la fecha del máximo representante del realismo socialista, y a través de él, toda su época. A la entrada, el autorretrato del artista invita al espectador a conocer de cerca a este miembro de la vanguardia constructivista, agitador comprometido con la Revolución y con la construcción socialista de su país.

Arte rojo en Madrid

Aleksandr Deineka Autorretrato, 1948. Óleo sobre lienzo. 


Sus pinturas de grandes formatos, sus carteles, concebidos como una “bomba lanzada al corazón del pueblo”,  sus ilustraciones para destacadas revistas y cubiertas de libros, sus mosaicos para las estaciones del suburbano de Moscú, encargo de Stalin, o sus intervenciones en los mausoleos de Lenin y Stalin, representan imágenes llenas de humanidad y al mismo tiempo de propaganda monumental donde se retrata la felicidad del proletario. Hombres y mujeres orgullosos de la transformación social de su nación, que trabajan aumentando la productividad en sus fábricas por iniciativa propia y que viven preocupados por el deporte y la salud. “¡Trabajar, construir y no lamentarse!” es el mensaje que puede leerse en una de las litografías de Deineka.

Arte rojo en Madrid

Aleksandr Deineka ¡Trabajar, construir y no lamentarse!, 1933. Litografía


Arte rojo en Madrid

Aleksandr Deineka. En la cuenca del Don, 1947. Témpera sobre lienzo.


Casi 250 obras, proceden fundamentalmente de la Galería Estatal de Tretyakov de Moscú y del Museo Estatal Ruso de San Petersburgo, así como de otros museos rusos y de colecciones privadas de España, Europa y Estados Unidos. Otra selección de obras de figuras de la vanguardia, Malévich, Ródchenko, Gustavs Klucis y de otros realistas como Kuzma Petrov-Vodkin o Aleksandr Samojválov, ocupan esta exposición que parte de los orígenes de la vanguardia y concluye con la muerte de Stalin en 1953.


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