Revista Arte
A veces, la creatividad supera la adversidad. Y para muestra un tocón.
Paseando por el parque del Palacio de la Magdalena, en Santander, existen pequeñas figuras de madera -setas, pingüinos o asientos- entre los castigados pinos por los temporales. Algunos de ellos no soportan el embate de los vientos y caen o tienen que ser talados por seguridad. Rogelio Verdeja es uno de los jardineros que se hacen cargo de las 24 hectáreas en las que, antiguamente, veraneaban Sus Majestades Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Además de las típicas tareas de mantenimiento, Rogelio modela los tocones de los árboles derribados creando pequeñas obras de arte talladas en madera que, con el paso del tiempo, tienden a desaparecer y formar parte, de nuevo, del combinado de nutrientes que el resto del bosque absorbe, agradecido, de la tierra fértil.
Lo que Rogelio hace desinteresadamente es, sin duda, un tipo de land art rústico, perpetrado con navaja y formón, que acerca la naturaleza al público a través de la creatividad y la maña de su autor.