La ventaja de visitar por segunda (o tercera, cuarta, quinta…) vez un lugar es que lo miramos con otros ojos. En la primera visita solemos dedicarle más tiempo a “lo que hay que ver o hacer” y solo destinamos un porcentaje menor de nuestra estadía a descubrir otras cosas o a mirar con otros ojos. Obviamente que hay excepciones, ya que muchas veces son los propios lugares los que inclinan la balanza hacia alguna de las dos opciones: ver y hacer lo tradicional o descubrir cosas nuevas.
Nuestra primera vez en la ciudad de Valparaíso, Chile, fue en 2009, cuando hicimos nuestro último viaje en auto antes de venderlo para destinar ese dinero al “gran viaje”. En esa oportunidad, solo estuvimos en la ciudad un día (desde muy temprano hasta muy tarde). Caminamos mucho, visitamos la Sebastiana, una de las tres casas de Pablo Neruda, tomamos los ascensores que suben a los cerros, nos asomamos a alguno de los edificios más emblemáticos y recorrimos el puerto (todo esto, se los cuento mejor en otro post). En nuestra segunda visita, casi que solo nos dedicamos a observar las paredes.
Ciudad para caminar, ciudad económica
Valparaíso es una ciudad económica. No porque sea barato comer o dormir, al contrario, tiene precios internacionales (aunque, como saben, siempre se puede conseguir algo más barato). Digo que es una ciudad económica porque uno puede disfrutarla y conocerla sin necesidad de pagar para ver o hacer algo. Se la puede conocer sin ir a ningún museo o sin tomar ningún medio de transporte. Se la puede conocer solo caminando. Y qué mejor que caminar para conocer y descubrir un lugar y sus detalles. Así que nos pusimos calzado cómodo y nos dedicamos a caminar durante dos días.
Una de las cosas que más me gusta observar mientras camino son las paredes. Hace años que tengo una atracción especial por el arte urbano en todas sus manifestaciones y, sobre todo, por los murales y los graffitis. Esa atracción me llevó a elaborar un documental y a escribir varios artículos sobre el tema. Cuando llegué a Valparaíso por primera vez había colores, había murales y había graffitis, pero no me habían llamado tanto la atención como ahora. En los últimos años hubo una explosión de colores en la ciudad y, gran parte de eso se lo debemos al arte urbano en sus máximas expresiones. Por eso, las paredes de Valparaíso no tardaron en convertirse en unas de mis favoritas.
El señor estaba cansado de subir la cuesta…
Miren lo que es este mural…
Las paredes y los gatos
Después de caminar y de observar las paredes me di cuenta de algo: había muchos gatos. Pero no solo animales (de carne y hueso), sino que había muchos gatos… en las paredes!! Los que me conocen más o los que hace ya tiempo que leen el blog saben que no soy muy amante de los animales y, menos, de los gatos, pero debo confesar que en Valparaíso me atraparon. Evidentemente, los gatos se convirtieron en un ícono de la ciudad, ya que los propios dueños de los locales y grafitteros decidieron retratarlos en todas partes!
Algunos gatos “de verdad”…
Y algunos gatos “de mentira”…
Así, entre gatos, caminatas, cafecitos y arte urbano redescubrimos la ciudad por segunda vez. Ojalá sean muchas más y ojalá siga teniendo tantos colores.
En el próximo post más fotos, datos y actividades de Valpo: la ciudad de los cerros, los gatos y los colores.
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publicado el 14 julio a las 06:07
QUE RASCA SE HA PUESTO VALPARAISO...TANTOS RAYADOS Y PINTURAS DE RELATIVO GUSTO POR LAS PAREDES HACEN QUE ESTA CIUDAD SEA UNA MEZCLA DE JARDIN INFANTIL CON UNA CASA DE LOCOS...CUANDO VOY A VALPARAISO ME PASEO CON DESAGRADO ,LLENA DE BASURAS,POBREZAS,BORRACHOS,PROSTITUTAS ,PERROS VAGOS,CASAS MUY MAL CUIDADAS Y RAYADOS POR DOQUIER Y DE PESIMO GUSTO A NO SER POR LA BAHIA Y SUS MANCIONES ANTIGUAS LO DEMAS ES MUY RASCA...