Artículo de Mónica Mesa Fernández sobre el libro «Los años de la locura» de Friedrich Nietzsche publicado en el Diario de Burgos el 9 de julio de 2018
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Título: Los años de la locura de NietzscheSubtítulo: El filósofo y sus sombrasAutor: Mónica Mesa FernándezEl 15 de octubre de 1888 Friedrich Nietzsche cumple 44 años. Sostiene entre sus manos una obra recientemente terminada, Ecce homo, una de sus últimas obras publicadas y revisadas antes de atravesar el umbral de la cordura (ecce homo, “he aquí el hombre”, son las palabras que pronuncia Poncio Pilato cuando ofrece a Jesús a la muchedumbre antes de la crucifixión). Tiene prisa en llevar la obra a la imprenta porque sabe que pronto no podrá volver a escribir nada más. Tres meses después de dejar Ecce homo en la imprenta, el 3 de enero de 1889, Nietzsche pierde el control de su mente y es internado en un sanatorio. Desde niño experimentaba turbadoras cefaleas que lo acompañaron durante toda la vida, probablemente a causa de una sífilis heredada que marcaría su destino y que sumiría sus últimos años en el silencio de una parálisis del alma y del cuerpo. Jacob Burckhardt, un corresponsal de Nietzsche, recibe en enero de 1889 una carta suya donde ve signos evidentes de su pérdida de juicio. Sospechando lo peor, avisa rápidamente al común amigo Overbeck, profesor de Teología en la Universidad de Basilea, para que lo recoja en Turín. Sus sospechas se confirman. En el viaje en tren desde Turín a Basilea, tal como relata André Malraux en Antimémoires, mientras atravesaban el largo túnel de San Gotardo, completamente a oscuras y soportando el estruendoso ruido de las ruedas del tren, Nietzsche se pone a cantar en alto su último poema, Venecia.Cuando llegan al destino le ingresan en el sanatorio de Basilea; después en Jena, hasta que su madre Franziska se lo lleva a Naumburgo. Madre e hijo nunca habían tenido una buena relación, pero desde 1882, y debido a Lou Andreas-Salomé, Nietzsche y ella se distanciaron considerablemente, distancia que sólo salvarían los cuidados y la dedicación que prodigó Franziska al enfermo, y que, tal como se lee en las cartas, sólo entonces desaparecería, propiciando una reconciliación final mutua. Franziska cuidará a su hijo hasta su propia muerte en 1897; después se ocupará de él, hasta el fallecimiento del filósofo en 1900, su hermana Elisabeth-Förster Nietzsche. En las cartas se aprecia la relación tan tormentosa que tenían la hija y la madre, así como sus desacuerdos sobre la gestión del Archivo Nietzsche. La dedicación de Franziska y el amor a su hijo enfermo contrastan drásticamente con el propósito de la fría y calculadora Elisabeth, cuyo interés por su hermano, o mejor, por sus obras, le abre la oportunidad de volver a codearse con la alta sociedad alemana y sus vínculos nazis.
Las cartas de Franziska a Overbeck, inéditas hasta ahora en castellano, son el testimonio de los últimos once años de vida de Nietzsche, los años de la locura, que atravesaron como un rayo el final de la vida del filósofo de 1889 a 1900.