Aunque con muchos elementos para etiquetarlas de minimalistas, las obras de Craig Stewart (Perthshire, 1980) poseen un añadido conceptual que las transforman en complejos universos, pulcras realidades habitadas por el detalle y una minuciosidad abrumadora.
La línea como herramienta versátil, generadora de texturas, como en las impresionantes aguas de la obra Crossing, repeticiones ondulantes en las que un bote vacío flota indefenso; o la infinidad de hojas que cubren la escalinata de Stairs, de un romanticismo asfixiante. Cada ilustración es una historia, parte de una progresión –si analizamos los trabajos que podemos encontrar en su web– que se siente muy cómoda sobre papel, ya sea recurriendo a la tinta y puntuales elementos cromáticos como al lápiz desnudo y limpio en el que plasma sus principales virtudes.
Y respecto a su cara más mínima, resaltar los hour drawings, dibujos sobre páginas de libros antiguos que, como su nombre indican, fueron realizados durante periodos exactos de sesenta minutos. Todos comparten la misma estructura, una sucesión de diminutas líneas que acaban formando un patrón casi geométrico.
En resumen, el trabajo de Craig Stewart es, aparte de brillante, la enésima demostración de que la suma de elementos mínimos produce resultados enormes.
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