En el campo de lo que llamamos arte, la profesionalidad se vuelve un término complicado... al menos para mí.
No me gusta la falta de profesionalidad. Me gusta el oficio.
Un verdadero profesional hace una obra consistente, bien compuesta y bien acabada; sabe cuánto va a tardar en realizar un proyecto, lo puede adaptar a los plazos que tiene, le sabe dar un precio que se adapte al mercado, sabe utilizar las herramientas y los materiales adecuados... Y todo eso hay que valorarlo.
Un profesional es quien realiza su trabajo con eficiencia.
Pero ocurre que eso del arte es una cosa muy extraña. Es difícil comprender su utilidad y, por lo tanto, la eficiencia de una obra.
Si ser eficiente, profesional, es adaptarse a las exigencias del cliente... hay que ser eficiente, claro. Pero si hay algo de arte en la obra final, ese noséqué se encuentra fuera del hecho de haber ejercido el trabajo profesionalmente..Y eso ¿es otra manera de profesionalidad? ¿o no lo es? Y, si lo es ¿cómo se adquiere? ¿cómo se valora? ¿en qué consiste?.Hoy venía escuchando en la radio una entrevista a un grupo de músicos que decían no considerarse profesionales. Decían no tener un método fijo de trabajo. E incluso criticaban a alguno de los grandes, que según ellos en otro tiempo había compuesto maravillosas canciones, y que ahora hacía cositas agradables fruto de su propia experiencia, su recorrido, su manera de hacer... su profesionalidad....A veces parece que "la profesión" es enemiga de "el arte"..Es como si la profesión hiciera perder la frescura....Yo no estoy de acuerdo, no puedo estarlo, pero sé que pasa. Es así. Y la responsabilidad siempre es del artista. De su motivación, de su entrega, de su necesidad de hacer, de su capacidad de despegarse del suelo, del mundo, de la sociedad y de sí mismo (sin dejar de estar en el mundo, para poder ser un profesional).