La mejoría con el diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno, además de los avances en el tratamiento farmacológico de la artritis reumatoide en las últimas décadas ha disminuido el número de cirugías, pero continúa siendo esta una alternativa del tratamiento.
Se indica la valoración con el cirujano ortopedista cuando en el paciente con artritis reumatoide no ha mejorado o empeora su función articular a pesar del tratamiento sistémico, si el dolor persiste como síntoma incapacitante, en presencia de compresiones nerviosas, tendinopatías o roturas tendinosas y deformidades en varo o en valgo de las rodillas (osteotomías de realineamiento).
Si el paciente es derivado al traumatólogo en el momento óptimo, mejora el pronóstico de la cirugía.
Los tratamientos quirúrgicos incluyen la artroscopia, osteotomía (se vuelve a alinear una articulación deformada), sinovectomía, artroplastia (reemplazo de articulación) y artrodesis (se fija la articulación).
Las prótesis articulares son un medio quirúrgico muy eficaz para detener la pérdida progresiva de la capacidad funcional y su principal indicación es en el dolor persistente y la pérdida de la función articular. En la artritis reumatoide se indican con mayor frecuencia en las rodillas y las caderas.
Otra cirugía ortopédica muy importante en el tratamiento de estos pacientes es la del pie, pues estos pacientes con frecuencia presentan deformidades hallux valgus (juanetes) y subluxación de las articulaciones metatarsofalángicas que causan mucha discapacidad en este tipo de pacientes.
Existe además la cirugía de las manos para tratar las deformidades, así como la de los hombros.
Para lograr el éxito de estas cirugías es muy importante los cuidados antes y después del procedimiento, entre los que destaca la rehabilitación y la terapia ocupacional.
Muchas de las opciones terapéuticas quirúrgicas hoy en día tienen sus atractivos por el hecho de la tendencia actual a realizarlas bajo régimen ambulatorio, con mínimo acceso y no invasivo, con la consiguiente reducción de gastos y la garantía de buenos resultados de manera que permite al paciente una rápida incorporación después de la intervención.
La indicación de un proceder quirúrgico siempre debe ser a través de la valoración que solicita el médico reumatólogo al cirujano en el caso de su paciente en particular.
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