El azúcar es una sustancia química que se produce de manera tanto natural como artificial, como producto de la unión entre glucosa y fructosa. Este compuesto dulce, incoloro y soluble en agua se produce de manera natural en los organismos vivos, químicamente el término “azúcar” hace referencia a los carbohidratos, la más común es la sacarosa.
Es una fuente importante de energía y la diferencia entre el azúcar de origen natural y artificial es básicamente su estructura química. El azúcar ayuda a nuestro organismo a mantener los niveles de energía necesarios para realizar nuestras actividades cotidianas, pero, por otra parte, estas calorías pueden convertirse fácilmente en “calorías adicionales”, que son las que no necesitamos y que se convierten en triglicéridos. La artificial se obtiene principalmente de la caña de azúcar, pero también de la remolacha y otra clase de vegetales, existiendo distintas variantes como el azúcar refinado, azúcar moreno, azúcar mascabado, azúcar glas, entre otras.
Para muchas personas es muy difícil resistir la tentación de no ingerir postres como flanes, arroz con leche, pasteles, barras de chocolate, refrescos, bebidas azucaradas y otros, pero si es muy importante conocer que está comprobado que los azucares procesados desencadenan la liberación de sustancias que promueven la inflamación llamadas citocinas, provocando una inflamación crónica. Esto, a largo plazo puede causar problemas de salud graves, como enfermedades cardíacas, diabetes, cáncer, alergias o contribuyendo al empeoramiento de las mismas, entre ellas el de las enfermedades reumáticas.
Se plantea que el proceso inflamatorio que producen los azúcares es por:
1. Aumento de peso: Cuando el aumento de peso es por exceso de grasa corporal, este se ha relacionado con inflamación, en parte debido a la resistencia a la insulina.
2. Mayor colesterol LDL «malo»: El exceso de colesterol LDL se ha asociado con mayores niveles de Proteína C Reactiva (CRP), un marcador de inflamación.
3. Aumento de la permeabilidad intestinal: Las bacterias, las toxinas y las partículas de alimentos no digeridos pueden salir más fácilmente del intestino y llegar al torrente sanguíneo, lo que puede conducir a la inflamación. La buena noticia es que el azúcar natural no está relacionado con esta consecuencia inflamatoria ósea la que se produce naturalmente en los alimentos, por ejemplo la fructosa en frutas y lactosa en la leche, por lo que el consumo de azúcares naturales no debería ser motivo de preocupación, mientras que el azúcar de origen artificial si puede traer empeoramiento de la enfermedad reumática al contribuir al proceso inflamatorio de estas enfermedades y la aparición de comorbilidades frecuentes como la diabetes, obesidad, hipercolesterolemia, problemas cardiovasculares, como hipertensión arterial, infartos, entre otras enfermedades.
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