La artritis reumatoide es una enfermedad crónica de carácter inflamatorio que afecta a las articulaciones y a sus coyunturas.
Suele manifestarse de manera simétrica y en forma de dolor, rigidez o entumecimiento de las articulaciones. Normalmente, cuando una rodilla (o cualquier otra articulación) se ve afectada, la otra también.
De manera general, afecta más al sexo femenino que al masculino y, aunque es más frecuente en personas mayores, puede presentarse en cualquier edad, incluso en personas jóvenes.
Síntomas de la artritis
Como síntoma principal, podría decirse que la artritis produce dolor e inflamación en las articulaciones, aunque las personas que la padecen pueden sufrir también otras manifestaciones.
Los síntomas más habituales de esta enfermedad son:
- El dolor articular.
- La inflamación.
- Hormigueo y entumecimiento en las extremidades.
- Pérdida de movilidad en la articulación afectada.
- Sensación de calor en la piel de la zona afectada, incluso enrojecimiento.
- Rigidez al levantarse por la mañana que va desapareciendo según avanza el día.
- Cansancio inexplicable. A menudo es una manifestación de la enfermedad previa a los problemas articulares.
Cómo diagnosticar la artritis reumatoide
Si se tienen los síntomas anteriormente mencionados o se sospecha que puede padecerse artritis reumatoide, lo mejor es acudir al médico de cabecera y comentárselo. En caso de que el doctor lo crea conveniente, derivará al paciente al reumatólogo para confirmar el diagnóstico.
El médico llevará a cabo un examen físico de las articulaciones e indagará sobre los síntomas que se padecen, así como sobre los antecedentes familiares.
Durante el examen físico se puede detectar líquido en las articulaciones, enrojecimiento, sensibilidad o calor alrededor de las mismas, dificultades en el movimiento o deformidades (en caso de que la enfermedad haya avanzado más).
Además del examen físico, es habitual que el médico pida hacer análisis de sangre y radiografías o una resonancia magnética para observar las articulaciones. A veces, también se puede solicitar una muestra de líquido sinovial para analizar.
Causas de la artritis
Se desconocen cuáles son las causas exactas de la artritis. La medicina sabe que es una enfermedad autoinmune, es decir, una dolencia en la que el sistema inmunitario ataca por error a los tejidos sanos; pero la causa por la cual se desencadena no está clara.
Se sospecha que puede ser debido a las hormonas o a infecciones recurrentes por virus o bacterias.
También puede originarse por el desgaste natural del cartílago debido a la edad.
Muchas veces, después de recibir un tratamiento que ataque la causa, el proceso inflamatorio desaparece. Si no lo hace, se habla de artritis crónica.
Tratamiento para la artritis
Los tratamientos para esta enfermedad, sobre todo cuando se trata de su versión crónica, van más enfocados a mejorar el bienestar del paciente y a evitar un deterioro mayor de las articulaciones o que se desarrollen complicaciones.
Cambios en el estilo de vida
Para mejorar la calidad de vida de la persona, es importante hacer algunos ajustes en los hábitos diarios.
La práctica de ejercicio de manera regular puede ayudar a mejorar la rigidez de las articulaciones, a reducir el dolor y a aumentar la vitalidad del paciente. El aumento de masa muscular contribuye de manera positiva a aliviar los síntomas, además de fortalecer a la persona y ayudarla a que enfrente su día a día con más energía y mejor ánimo.
El médico puede recomendar una serie de ejercicios aeróbicos de bajo impacto como, por ejemplo, caminar, correr en bicicleta elíptica o nadar. También son beneficiosos los ejercicios destinados a incrementar la flexibilidad. Sobre todo, deben evitarse los ejercicios agresivos como saltar o correr.
Dependiendo del grado de afectación, el doctor puede sugerir sesiones de fisioterapia, aplicación de frío o calor, hidroterapia, masajes o la colocación de férulas para ayudar a mejorar ciertas posiciones.
A nivel individual, el paciente puede adoptar algunas sencillas medidas para mejorar su calidad de vida, como:
- Descansar las horas necesarias ayudará a que la fatiga no sea invalidante. Si es necesario, la persona puede echar alguna siesta a lo largo del día.
- Reducir el estrés mediante prácticas como el yoga, la meditación o el tai chi, entre otras.
- No permanecer en la misma posición durante mucho tiempo.
- Evitar posturas forzadas que causen más dolor en las articulaciones.
- Llevar una dieta equilibrada rica en alimentos que contengan vitamina E, ya que es un excelente antioxidante, y ácidos grasos omega-3, como algunos pescados, las semillas de la calabaza o las nueces.
- Evitar el alcohol y el tabaco. Las personas fumadoras tienen mayor incidencia de esta enfermedad, aunque no se sabe si está directamente relacionado.
- Si la persona tiene sobrepeso, es conveniente que adelgace para no cargar las articulaciones más de la cuenta.
- Las infusiones de canela y limón en ayunas ayudan a reducir la inflamación.
Medicamentos que ayudan contra la artritis
Es posible que el médico recete corticoides para reducir la inflamación durante un brote de esta dolencia, así como otros medicamentos antirreumáticos. Es importante seguir la medicación prescrita y no automedicarse.
Si se sufre dolor, de manera puntual pueden consumirse medicamentos de venta libre como el paracetamol o el ibuprofeno para aliviar el sufrimiento, aunque su uso a largo plazo puede tener graves efectos secundarios.
Antes de empezar un tratamiento, es importante consultarlo con el médico que esté tratando la enfermedad.
Expectativas cuando se sufre artritis
En algunas ocasiones, con el tratamiento adecuado, la enfermedad se puede curar por completo. Sin embargo, la mayoría de las veces se convierte en una dolencia crónica.
La artritis puede presentarse de manera permanente, aunque lo habitual es que se vayan sufriendo brotes alternados con periodos asintomáticos.
La calidad de vida y la salud de los pacientes con esta enfermedad mejoran sustancialmente con un tratamiento adecuado. Aunque no pueda llegar a sanarse, es preferible acudir de inmediato al médico si se tienen síntomas que hagan sospechar esta dolencia; cuanto antes se empiecen a atajar las molestias, mejor será el pronóstico, incluso puede llegar a evitarse el daño articular y las deformaciones derivadas de él.