Las articulaciones se desgastan con la edad, (tienen el mismo tiempo que nuestro cuerpo...) y, al hacerlo, son objeto de artritis ósea, artritis reumática y gota. Cuándo las articulaciones duelen o se hinchan, hay que acudir al médico.
Las personas mayores son más propensas a lesiones óseas porque sus tendones y ligamentos se vuelven débiles con los años. A veces, un simple movimiento puede causarnos una fractura, como en el caso corriente del talón de Aquiles. O provocarnos un esguince que, aunque quizá podría curarse por sí solo, por precaución, mejor nos ponemos en manos del médico.
No conocemos la causa de la artritis ósea. Generalmente empieza en las articulaciones que sostienen el peso del cuerpo, como las rodillas y las caderas, donde se ha gastado el recubrimiento de las articulaciones y llegan a tocarse entre ellas.
Un buen consejo entonces es reducir peso. Pero es también muy importante ejercitar los músculos que rodean a las articulaciones, para que conserven la fuerza. El fisioterapeuta hace una gran labor aconsejándonos cuales son los ejercicios que debemos realizar. También podemos, por nuestra cuenta, hacer ejercicios que descarguen el peso sobre las piernas.
Las personas mayores con artritis ósea que conservan la forma y la movilidad pueden seguir nadando y pedaleando, remando o montando a caballo. Llevando un bastón en el lado opuesto de la pierna que nos causa problemas, se reduce el peso sobre ésta en una cuarta parte. Las personas que tienen verdaderos problemas para andar pueden optar por un bastón trípode. Es muy recomendable disponer de una mecedora en casa.
Distinta es la artrosis reumática, que puede ser consecuencia de una infección. Se puede padecer a cualquier edad, aunque es más corriente a partir de los 50 años. A veces empieza con fiebre, aunque lo más frecuente es que aparezca sin avisar. Primero duelen las articulaciones, hay una pérdida de apetito, de peso y cansancio general.
Cuando las articulaciones se inflaman debemos procurarles descanso y ponernos en manos de un médico que controlará el dolor y reducirá, con medicamentos, la inflamación. Si la artritis reumática está muy avanzada, puede ocurrir que el mejor tratamiento sea una operación de trasplante de rodilla o del hueso de la cadera, según sea el caso.