Revista Opinión

Artur Mas es necio

Publicado el 17 febrero 2012 por Vigilis @vigilis
Todas las revueltas populares del antiguo régimen en España, se hicieron contra el poder local y apelando al rey. Ejemplos claros: irmandiños y segadors. Esto vaya por delante de cualquier diatriba sobre conflictos en España.
Artur Mas es necio
Dice Artur Mas que los catalanes son españoles desde hace 500 años, y desde hace 300 por la fuerza, así que alude a la guerra de sucesión española. En esta guerra, que enfrentó a partidarios del duque de Anjou, heredero de la Casa de Borbón, con los partidarios del Archiduque Carlos, heredero de la Casa de Austria, por el trono de España; se reproduce esa costumbre tan española de hacer una relectura en clave territorial cuando no viene a cuento.
El 8 de marzo de 1701, el Duque de Anjou jura en Madrid como nuevo rey de España con el nombre de Felipe V. El 13 de septiembre de 1703, el archiduque jura en Viena como nuevo rey de España como Carlos III. Algunos años después, con la llegada de Carlos a España, parte de la aristocracia y las fuerzas vivas del país se unen a su causa. Las razones de estas adhesiones son las de siempre: competencia comercial, mantenimiento de privilegios, buscar recompensas, etc. Cuando hay un poder en disputa, este tipo de cosas siempre pasan. Para convencer a partidarios a su causa, evidentemente, se aludió al patriotismo para "evitar la esclavitud que espera a los españoles bajo el dominio francés" (Soldevilla). Es decir, los partidarios del archiduque querían una continuidad en la Casa de Austria y se la tenían jurada a los gabachos.
Cuando empezaron a hacerse levas y entraron soldados extranjeros en España, los partidarios de ambos bandos no tenían continuidad territorial. En todas partes de España había partidarios de uno y otro lado (explicado por la competencia de poder de caracter local), el enfrentamiento entre territorios, del que se suele oir mucho, es pura y llanamente mentira cochina. Ambos bandos afirmaban luchar por la libertad de la nación española: los unos, para deshacerse del dominio francés, los otros, para acabar con la invasión del usurpador.
Así, cuando el 11 de septiembre de 1714, los felipistas toman Barcelona, una parte importante de la ciudad siente que ha sido liberada, otros, por supuesto, dan con su gozo de promesas futuras en un pozo. Si hubiera ocurrido lo contrario, es decir, si los de Austria hubieran ganado la guerra, no hubiera cambiado mucho la cosa. Los mandamases del país seguirían siendo los mismos, y las medidas que se tomarían serían muy similares (otro tema es el plano cultural, en el que no hubiera habido afrancesamiento de costumbres).
En las fuentes contemporáneas, no se encuentra ni una sola mención a un conflicto de caracter territorial. De los exiliados, que bien pudieran haber escrito algo (pues eran estamento privilegiado), tampoco nos llega nada. Es más, es que de los ganadores tampoco nos llega ningún documento que testimonie algún tipo de conflicto regional. Lo único que nos llega -y tardíamente en la época del nacionalismo romántico- es la acusación a los Decretos de Nueva Planta como imposición y dominio fascista, etc.
Los Decretos de Nueva Planta, que duelen tanto a intelectuales como Prat de la Riba, Tardá o Puigcercós, no tenían como objetivo Cataluña, sino toda España, en ambos hemisferios. Constituían la culminación comenzada por Felipe IV de un proceso de racionalización de las estructuras políticas, administrativas y jurídicas del imperio por el que se abolían los privilegios forales y las costumbres medievales. Los anacrónicamente llamados "derechos históricos", es decir, fueros y privilegios, pasaban a ser prerrogativa real (Felipe V concedió la gracia a Navarra, Valle de Arán y Vascongadas de conservar sus fueros, por ejemplo). En Cataluña, al igual que en Benavente y Tomelloso, se transformó la administración sin que en ningún momento nadie en la época se rasgara las vestiduras (de acuerdo, aquellos que invirtieron en el archiduque pudieron picarse, pero por perder lo invertido más que nada).
Como dije, siglos después se criticó esta medida porque "castellanizaba" toda España. Lo cierto es que a los expertos de la época tan solo les preocupaba tener un sistema barato, con más poder para el rey, con más poder para recaudar impuestos y con el criterio más razonable: los dominios americanos eran parte de Castilla y Castilla el reino con diferencia más poblado y más rico, así que establecieron el sistema castellano de Reales Audiencias en todo el territorio. Es absurdo pensar que Felipe V persiguió el catalán cuando la literatura en "catalán" de aquella época se producía en Valencia y Baleares, principalmente. Es absurdo pensar que hubo una caza de brujas cuando Rafael Casanova y los suyos ni sufrieron cárcel ni destierro y recibieron el perdón real.
Esta lectura histórica queda más redonda si decimos que a finales del XVII fue la época en que más oro y plata venía de América y que no desembarcaba en Barcelona. Tema que da mucho más de sí y que deja el mito nacionalista como pie de página en cualquier libro de historia serio y razonable.
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