Revista Cocina

As Furnias, como bailar en una baldosa

Por Mfb67

Juan González, As Furnias

Juan González Arjones, de 29 años, es hijo de Ovidio y de Rosa, dos activistas comprometidos con su entorno tanto natural como social, emprendedores junto con él del proyecto As Furnias; y es hermano de Héctor, intelectual y poeta afincado en Centroamércia.
Es delgado, algo desgarbado, elegante plus, pura fibra. Tiene la voz profunda, habla rápido y con esa cadencia galega que te seduce entre expresiones de morriña y humor salvaje.
Se formó en A Granxa, la escuela de viticultura y enología de aquella parte del territorio gallego, de la que su nombre y el de algunos compañeros de generación empiezan a sonar en el mundo del vino.  Trabajó un tiempo corto en Coto de Gomaríz con Xosé Lois Sebio, pero enseguida se fue a Piemonte, donde recaló 4 años. Trabajó duro, aprendió a hacer vino, encontró fuentes de inspiración, bebió todo lo necesario, volvió y se metió de lleno en su proyecto.

AsFurnias etiqueta

As Furnias está hecho a partir de brancellao, sousón, caíño longo y espadeiro, variedades tintas típicas gallegas de la zona de Crecente, en el Condado del Tea, al borde del río Miño cuando se vuelve frontera con Portugal. Las uvas vienen de la finca As Furnias, propiedad de la familia, que está partida en tres cachos por dos caminos, y de cuatro fincas de viticultores con los que Juan colabora, Canda, Serodio, Alicia&Leo y Sela.
Por su coupage el vino es único en toda la región. Cada variedad aporta algo diferente y requiere atención, especialmente la espadeiro que utiliza a pesar de lo delicada y frágil que es porque le aporta frescura, afila el vino, dice Juan, produce una explosión contenida de cereza crujiente.
Sorprende y emociona, te das cuenta que todo es cuestión de tiempo, intuyes profundidad en la riqueza y la honestidad aromática y de sabores.
Huele a la humedad del suelo, del sotobosque gallego de helechos, hierbas, matorrales y hongos, que crecen a la sombra de los tan amados como detestados eucaliptos; huele a los mentoles aportados sobre todo por la caíño longo y las especias de la sousón. Tiene una acidez fantástica, que le augura larga vida.
En la añada 2010 hay algo de barrica muy usada, en las otras dos no. Siempre usa raspón, aunque en diferentes proporciones según el año, y en la 2012, le agregó un toquecito de uva que pacificó, para darle una terminación, aportar en estructura y por curiosidad.*
Mientras trabaja en otra bodega jornadas intensivas y extensivas, va pensando el vino que quiere hacer, por ahora en el garage de abajo de la casa de los padres, no más de 20 metros cuadrados, 3 tanques pequeños y un fluorescente para matar insectos. No hay barricas.

AsFurnias bodega disco dance

A esto me refiero con bailar en una baldosa, apretado de recursos, de espacio y de tiempo, sin apoyo institucional, Juan está sobrado de talento y cada vez más, de reconocimiento. Porque así, en estas condiciones, pasa que cuando abres una botella, que está apretada, y le dejas pasar un buen rato oxigenando, sale un abrazo envolvente que me recuerda por original y creativo a Cyril Fhal. Pero también a los vinos que traen Isabelle Brunet y Vincent Pousson de Corbières y de Minervois, la austeridad expresiva compleja y a la vez less is more del vino del sur de Francia y al Bastardo que hace Rita Marques en el Douro superior. O, como exclamó Rafa Peña, exquisito catador y cocinero, al probar su añada 2010 ¡esto es la Borgoña en Galicia, joder!**

Pues bien, este vino que está hecho con amor y conocimiento por la tierra y por las variedades y que tiene un porqué, es decir que está pensado desde las viñas y cuidado hasta el embotellado (Viño tinto tradicional elaborado sen aditivos nin filtrados polo que pode crear pousos. Recoméndase conservar deitado e mover con coidado, reza la etiqueta); este vino que despierta admiración de conocedores; que se exporta a Londres y Nueva York, que se vende en los mejores restaurantes de Cataluña como Villa Mas, Gresca o Rasoterra no está bendecido por el comité de cata de la D.O. Rías Biaxas. Y no es que al productor le interese particularmente. Es caro y el apoyo, relativo cuando no nulo o contraproducente. La injusticia está en que no puede poner variedades, ni añada, ni procedencia. ¿Será sólo una cuestión de ¿burocracia? como se pregunta Víctor de la Serna a propósito de los derroteros erráticos de estas instituciones cuya credibilidad y prestigio caen en picada?
Vino y viñerón tienen estructura, juventud, un presente exigido y un futuro revolucionario.
Y sobre todo, tienen ese no sé qué, que te estruja el corazón, igual que cuando te dejas llevar, apretadito, bailando en una baldosa.

* Este coupage será sólo para la añada 2012. Da un trabajo de locos y es costoso.
** (Off the record, le conseguí un puñadito de ejemplares del 2010 -agotado- que intentó vender pero no pudo. Me dijo, “Male, abrí una botella para unos clientes y no pude más; me tengo que quedar con el resto para mi”…)

Fuente: Observatorio de vino
As Furnias, como bailar en una baldosa


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