Hace apenas una semana, quedamos sorprendidos ante la noticia del asesinato de tres niños en un centro de acogida en la provincia de Valladolid. El móvil había sido la compasión que le inspiraban a la persona que se supone debería cuidar de ellos. Ahora, es la Junta de Andalucía quien ordena matar de hambre a una anciana de 90 años, "por compasión" también.
La vida de la Ramona Estévez depende de una sonda de alimentación, que la Junta ordena retirar. Según la consejera de Sanidad, Ramona no tiene una vida digna y debe morir. María Jesús Montero se ha visto iluminada por una gracia especial, y se cree con el perfecto derecho a decidir quién debe vivir y quién debe morir. Y así nos encontramos a una señora que no morirá por su enfermedad, un infarto cerebral que la ha dejado en estado de coma. Morirá por la decisión de un político de dejar de alimentarla. No será una muerte digna en absoluto, sino una muerte por hambre y deshidratación en un hospital público de Huelva. Tienes aquí el enlace de HazteOír para solicitar la intervención del Fiscal General del Estado, y obtenga una orden judicial que paralice esta inhumana práctica eutanásica.
Hace una semana, el Papa a su llegada a Madrid en la JMJ, nos alertaba del peligro de la eutanasia: "Hay muchos que creyéndose dioses piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto, decidir quien es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias".
La historia se repite. En Argentina, se está utilizando el caso de Camila para reabrir el debate sobre la eutanasia. Siempre se recurre a lo mismo: se presenta un caso lastimoso, en este caso una niña de dos años que está en estado vegetativo persistente. Y habría que dejar morir a la niña, por compasión. En realidad, no se tiene constancia de que la niña esté sufriendo. Sí que es verdad que los padres lo están pasando muy mal, habrá que ayudarles a sobrellevar la situación. Pero sin dejarse manipular tergiversando la situación.
Si tienen tiempo, les aconsejo entrar en ethos&tecnos donde encontrarán un análisis certero del problema. Es muy de destacar que de todas las personas consultadas, algunos expertos de Bioética incluidos, sólo me parecer acertado el comentario de Carlos Pineda, director del Departamento de Bioética de la Universidad Austral. Dice que Camila “es un ser humano que merece ser respetado. Su familia no la considera un ser humano y por eso pide que se la mate, como a los animales, que se los sacrifica”. Más allá de Camila, Pineda sostiene que no se debe empujar a nadie a la muerte: “En el juramento hipocrático los médicos juran defender la vida. Siempre hay que acompañar al paciente hasta que se muera naturalmente”.
No olvidemos que la pendiente resbaladiza de la eutanasia puede ser todo lo tendida que se quiera, pero sus resultados en Holanda son de lo más elocuentes: según una reciente encuesta, el 86.5 % de los médicos holandeses cooperarían, como cuestión de principio, ante una petición de eutanasia, mientras que solamente un 7.9% no cooperarían. Y lo que es más llamativo aún: el 89.1% de los médicos holandeses no estuvieron de acuerdo con la siguiente aseveración: “La eutanasia no forma parte de la práctica general de la medicina”. En la fotografía el hijo de Ramona, que dice que ha cumplido la voluntad de su madre, y que está cumpliendo la ley.