Revista Ciencia
El celador de Olot podría estar entre los mayores asesinos en serie de España. Al principio eran sólo tres, luego ocho más de la residencia. Y todos en un periodo desde agosto de 2009 a mediados de octubre de 2010, hay duda de si mató a otro más este 2010. El trabajador de la residencia mató a sus víctimas suministrándoles lejía, con sobredosis de insulina o con un cóctel de medicamentos. Según su testimonio, lo hacía en un momento de euforia, porque se creía que era Dios y porque quería liberar a los ancianos de su sufrimiento.
Su argumentación tiene mucho que ver con algunos partidarios de la eutanasia. Es interesante observar cómo se repite siempre el mismo razonamiento: para evitar el sufrimiento. La cultura de la muerte sigue avanzando en Europa. Hasta ahora, por su historia, Alemania se consideraba un país bastante refractario a la eutansia. Ahora, también allí la eutanasia se va abriendo camino.
Un viudo alemán ha demandado a su patria ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, con el fín de anular la vigente prohibición de la eutanasia activa en la República Federal. El viudo ha pedido al Tribunal que aclare hasta qué punto la legislación alemana que prohíbe la cooperación activa al suicidio pudiera estar infringiendo el artículo 8 de la Constitución alemana. En opinión de los expertos, no es descartable que, si el tribunal falla a favor del demandante, la sentencia pueda sentar jurisprudencia de gran alcance para la creciente marea pro eutanasia que está afectando en la actualidad a varios países europeos. Un nuevo país que puede poner la vida entre paréntesis.