Ya lo había dicho un año atrás, no más fiestas cumpleañeras, al menos eso dije hace un año, después de terminar súper agotada de la fiesta de Isabelita, y luego de sentir que ni ella ni nosotros disfrutamos. A eso hay que sumarle que las condiciones económicas de este año no eran las más favorables, así que aunque a veces sentía ganas de cambiar de opinión, optamos que lo más saludable financiera y emocionalmente era no hacer una fiesta.
Pero la celebración es otro rollo. Definitivamente no queríamos que su día pasara inadvertido. Sobre todo porque desde una semana antes, que le dije que sería su cumpleaños, no dejaba de preguntar cada mañana si ya era su cumpleaños:
-¿hoy es mi cumpeaños? !No veo el pastel!
Esa y la frase de: -¡ya va ser mi cumpeaños!- nos acompañaron cada día.
El anhelado cumpleaños llegó
Una noche antes, me dispuse a hornear un pastel. Isa estaba muy emocionada por el simple hecho de verme horneando un pastel para ella. La decorada no fue un éxito, de hecho fue algo así como el programa Nailed It, en el que la realidad quedó muy lejos de la expectativa. Tal fue mi decepción que ni siquiera tome foto de tan gracioso recuerdo. El problema no estuvo en la horneada, de hecho el pastel quedó sin problemas. El gran reto fue la decoración, horas invertidas tratando de poner el betún de una forma decente, hasta que de tanto betún el pastel perdió la forma original y terminó pareciendo una papa. Intente arreglarlo con chispas de colores, pero el resultado no fue mucho mejor.
Mientras Isa dormía, infle algunos globos, no podía faltar un gran globo con forma de número 3. Le arme su teepee por la mañana y le puse las letras de madera que forman su nombre. Todo para que viera que era un día especial. Y sí, cuando despertó y la llevamos a la sala, dijo:
-hoy es mi cumpeaños.-
Estuvo muy mimada y consentida por mis padres y mis hermanas, quienes desde muy tempranas horas la agasajaron con sus regalos. La tía Melina fue la primera en darle un obsequió: una bonita sudadera de Peppa Pig (la caricatura favorita de Isa) y un pants rosa. Tengo que decirles que le había comprado una muñeca, y por azares del destino, mi papá le había comprado la misma muñeca a Isa para obsequiársela por su cumpleaños. Jaja fue divertido. Mi hermana cambio la muñeca a petición mía por unos vasitos entrenadores.
Mi padre, desde un día antes le había dado su muñeca a Isabel, pero yo no deje que la abriera hasta su cumpleaños, sino ¿cómo sabría Isa que su cumpleaños es un día diferente y especial?. La muñeca es una Little Mommy disfrazada de cerdito, pues a Isa le gustan mucho los cerditos.
Luego mamá también le dio a Isa sus regalos: un vestido azul precioso, una falda, unas mayas y una blusa de unicornio. Todo divino.
Me sentía muy dichosa de ver todas esas muestras de afecto para Isa. Fuimos a comprar su pastel, dejamos que Isa lo escogiera. Fue un cheescake pequeño con frambuesas.
La madrina Victoria también le tenía una sorpresa: un pizarrón caballete que a Isa le gustó mucho.
A la hora de partir el pastel, creo que Isa se sintió apenada con tanta atención sobre ella. Escondió su carita en el regazo de mi papá mientras cantábamos las mañanitas y no quiso soplar la velita. Fue un día maravilloso.
Y como nosotros papás, no le habíamos obsequiado nada a Isa por su cumple, y a Coni también le debíamos su obsequio cumpleañero. las llevamos a escoger un juguete.
Fue una excelente semana cumpleañera. Me siento muy dichosa de compartir con ustedes está alegría, de las muestras de cariño hacía Isa, nos mandaron muchos mensajitos de amor para ella.