Forges propone hoy en El País un sencillo juego, demasiado quizá, de agudeza visual y de ingenio o sobre cómo la mezquindad no es patrimonio de ningún partido político ni de ningún estamento, por muy eclesiástico que sea, aunque algunos de ellos consigan elevarla a categoría de arte y modo de vida.
Federico Lombardi, jefe de la Sala de Prensa del Vaticano, insistía esta mañana en la Cadena Ser en que la mayoría de los escándalos atribuidos a la Iglesia “son falsos”. Así no hay manera… Los principales partidos, en connivencia con el poder económico, también niegan sus miserias y tapan sus vergüenzas en lugar de limpiar y airear la barraca. No sé si es ya demasiado tarde para retomar la senda de la regeneración, porque el hedor ha empezado a llegar a las calles y la reacción será imprevisible. Y, pese a todo, hoy es martes.