Asier ETA biok: Asier y yo (2013)

Esta película es narrada en primera persona. En los años 80, Asier y yo éramos muy buenos amigos. El ambiente político era conflictivo, pero éramos capaces de luchar contra ello. Poco después me fui a Madrid para perseguir mi sueño de ser actor. De Asier dejé de tener noticias en 2002: se alistó en ETA. Fue detenido y estuvo ocho años en la cárcel. Mis amigos de Madrid no podían entender que yo aún le tuviera aprecio. Por eso, cuando Asier salió de la cárcel, fui a buscarle. Quería rodar un documental sobre él. Sobre nuestra amistad. Pero no fue tan fácil como pensaba.

Calificación: 6,594.

Tráiler de la Película

Ficha:

Título Original: Asier ETA biok.
Directores: Aitor Merino, Amaia Merino.
Guionistas: Aitor Merino, Amaia Merino.
Intérpretes: No hay actores (Documental), Asier Aranguren, Aitor Merino.
Productores: Ainhoa Andraka, Amaia Merino, Aitor Merino, Gabriela Calvache.
Fotografía: Aitor Merino.
Música: Alex Alvear, Alicia Alemán.
Montaje: Amaia Merino.
Diseño de Producción:
Diseño de Vestuario:
Países: España, Ecuador.
Lugares de Rodaje:
Fechas de Rodaje:
Año: 2013.
Duración: 93 minutos.
Edad: No recomendada para menores de 7 años.
Género: Biográfica, Documental.
Estreno: 17-01-2014.
Distribuidora: Splendor Films, S. L.
WEB Oficial: Web Oficial de la película en España, Sitio Oficial.
Espectadores: 0.
Recaudación: 0 €.

Crítica:

19-01-2014 – JOSU EGUREN

El amigo de ETA

Sirva el manipulador título que encabeza esta crítica para calibrar hasta qué punto se han expuesto los hermanos Amaia y Aitor Merino con el rodaje de un documental tan controvertible como “Asier eta biok”. Insultados desde una trinchera, víctimas de una lamentable instrumentalización desde la otra, sus miradas reproyectan el eco de una mayoría que se debate entre la perplejidad, la esperanza y el escepticismo, en un momento clave para definir la conciencia de futuro de una sociedad que se enfrenta a un desafío histórico.

Los motivos de “Asier eta biok” son elementales: alguien tenía que dar un paso al frente para tratar de comprender una otredad a menudo impermeable a los argumentos de la razón, y quién mejor que un amigo de la infancia para adentrarse en la intimidad de un microcosmos endogámico. Puede que Aitor Merino no acierte con las preguntas, que en su intento de arropar la conversación con un clima de sinceridad mutua se haya topado con el hermetismo del mantra doctrinario, pero en su fracaso personal está el triunfo de un hombre que quiere construir más allá del odio. No es el último de los justos, pero es el primero que se atreve a encuadrar un plano en el que mira cara a cara a un amigo para preguntarle si sus manos están manchadas de sangre. En ese gesto está la verdad de una película en la que Aitor merodea la comedia excéntrica con ataques de psicoterror, mientras Amaia, tras la cámara, vigila que el tono no de pie a que el espectador simpatice con lo injustificable, aunque escucha con paciencia las razones de una parte que balbucea cuando tiene que acudir a remendar las grietas del discurso sectario. Lanzmann y Schroeder hubiesen sido implacables con Asier Aranguren; Aitor y Amaia prefieren rebajar el tono de la demanda para brotar la humanidad a través del tacto. El resultado es un manojo de respuestas esquivas a un interrogatorio guiado por la inocencia. No importa. Es un primer paso, un gran paso. Lástima que su valentía vaya a colocarles en la diana del terrorismo mediático.