Foto: mia. El Paraiso, Caracas.
“El infierno son los otros”Jean Paul SartreCuando era chiquita decía con orgullo que era una “antisocial”, luego me di cuenta que la palabra adecuada era “asocial”, porque lo primero era como delincuente, que tal vez lo era. Nunca tuve muchos amiguitos en la escuela, privilegiaba la compañía de amigos de papel, leía más y conversaba menos. Quizás era por timidez, quizás por miedo, la gente me intimidaba profundamente, aprendí a temerle a los adultos y sus histerias, a los niños y su violencia, a las niñas y su “competitividad” femenina.En el liceo perdí el miedo en cuanto al género opuesto, quería tener amiguitos, solo varones. Sentía que me la llevaba mejor con ellos, me sentía cómoda, podía ser mas “yo misma” que con las niñas. Tuve amiguitas de las que siempre me sentí lejana, ajena, fuera de orden.En la universidad ocurrió lo mismo, tuve amigas, pero mis mejores amigos siguieron siendo hombres. Después vinieron los Blogs, y el Facebook. Un amigo comenzó a publicar en su blog, me plegue a la idea y cree el mío. Entre al Facebook de un modo efímero y con una motivación casi nula tratando de conseguir trabajo y mas lectores, lo primero no resulto así que abandone.
He intentado estar “en red” con gente un millón de veces, Mark Zuckerberg no cuenta conmigo para hacer dinero. A el le gusta programar, a mi escribir, no hablar, no chatear, no publicar mas fotos de mi perra (si, en este Blog hay una), de mi casa nueva, de mi viaje a la Patagonia o mi flamante esposo o novio y sus promesas o regalos en 14 de Febrero.
Una cosa es exponer las ideas, hablar de cine, de libros o de lo que sea, y otra es “exponerse”, siento inercia ante la exposición, el twitter y la conversación on line. Quiero tener lectores, quiero tener “seguidores”, pero no quiero hacer el marketing, que los textos se defiendan solos, si se puede...
También he sabido de casos curiosos, gente con 1000 amigos en Facebook, pero ninguno en la realidad. Amigas que van “de rumba en rumba con las malas juntas y se ríen para no llorar” como en la canción de Sergio Pérez, buscando “abandonar” la soledad, que intentan amilanar con el oropel de las risas, la cerveza y humo.
Estar "solo" es un problema, hay que estar "con alguien", tener un grupo, unirse a una red. Olvidando quizás, que la "compañía", la compañía real, no la venden como Coca Cola, no es express ni tan poco finaliza añadiendo contactos.