
Ilustración artística de una exoluna del planeta Kepler 1708b. Crédito: Helena Valenzuela Widerström.
Un equipo de astrónomos ha informado la detección de una segunda luna de gran tamaño orbitando un planeta del tamaño de Júpiter fuera del Sistema Solar. De ser confirmado, el descubrimiento podría implicar que las exolunas son comunes en el universo al igual que los exoplanetas y que, grandes o pequeñas, tales lunas son una característica de los sistemas planetarios.
Pero podría ser una larga espera. El primer avistamiento de una exoluna hace cuatro años aún espera confirmación (alrededor del exoplaneta Kepler-1625b), y la verificación de esta nueva candidata podría ser igualmente larga y polémica.
El descubrimiento fue liderado David Kipping y el Cool Worlds Lab (Departamento de Astronomía, Universidad de Columbia), quien también participó en el estudio de la primera candidata en 2018.
“Los astrónomos han encontrado más de 10.000 candidatos a exoplanetas hasta ahora, pero las exolunas son mucho más desafiantes”, dijo Kipping, quien ha pasado la última década buscando exolunas. “Son ‘terra incognita’”.
El equipo detectó la candidata a exoluna gigante orbitando el planeta Kepler 1708b, un mundo a 5.500 años luz de la Tierra en la dirección de las constelaciones de Cygnus y Lyra. Esta nueva candidata es aproximadamente un tercio más pequeña que la luna del tamaño de Neptuno que Kipping y su equipo detectaron anteriormente orbitando un planeta del tamaño de Júpiter, Kepler 1625b.
Ambas candidatas a superluna están probablemente hechas de gas que se ha acumulado bajo la atracción gravitacional causada por su enorme tamaño, dijo Kipping. Si la hipótesis de un astrónomo es correcta, las lunas pueden haber comenzado su vida como planetas, solo para ser arrastradas a la órbita de un planeta aún más grande como Kepler 1625b o 1708b.
Las dos lunas se encuentran lejos de su estrella madre, donde hay menos gravedad que tire de los planetas y les arranque sus lunas. De hecho, los investigadores buscaron planetas gigantes gaseosos fríos en órbitas grandes en su búsqueda de exolunas precisamente debido a que los análogos en el Sistema Solar, Júpiter y Saturno, tienen más de 100 lunas entre ellos.
Si hay otras lunas allá fuera, probablemente serán menos monstruosas, pero también más difíciles de detectar, dijo Kipping. “Las primeras detecciones de cualquier sondeo serán generalmente bichos raros”, dijo. “Las grandes que son simplemente más fáciles de detectar con nuestra sensibilidad limitada”.
Las exolunas fascinan a los astrónomos por las mismas razones que lo hacen los exoplanetas. Tienen el potencial de revelar cómo y dónde pudo haber surgido la vida en el universo. También son curiosidades por derecho propio y los astrónomos quieren saber cómo se formaron estas exolunas, si pueden sustentar vida y qué rol, si lo tienen, desempeñan para hacer habitables sus propios planetas.
En el estudio actual, los investigadores analizaron la muestra de los planetas gigantes gaseosos más fríos captados por la misión Kepler de la NASA. Después de analizar 70 planetas en profundidad, encontraron solo un candidato –Kepler 1708b– con una señal similar a una luna. “Es una señal tenaz”, dijo Kipping. “Le lanzamos el lavaplatos a esta cosa, pero simplemente no desaparece”.
Las observaciones de otros telescopios espaciales, como Hubble, serán necesarias para verificar el descubrimiento, un proceso que podría tomar años. Cuatro años después, el descubrimiento de la primera exoluna de Kipping continúa siendo objeto de debate. En un artículo reciente, él y su equipo mostraron cómo un grupo de escépticos pudo haber pasado por alto en sus cálculos la luna de Kepler 1625b. Mientras tanto Kipping sigue investigando otras líneas de evidencia.
Eric Agol, profesor de astronomía en la Universidad de Washington, dijo que duda que esta última señal resulte ser real. “Puede ser solo una fluctuación en los datos, ya sea debido a la estrella o a ruido instrumental”, dijo.
Otros son más optimistas. “Esto es ciencia en su máxima expresión”, dijo Michael Hippke, astrónomo independiente en Alemania. “Encontramos un objeto intrigante, hacemos una predicción y se confirma la exoluna candidata o se descarta con observaciones futuras”.
“Estoy muy emocionado de ver una segunda candidata a exoluna, aunque es desafortunado que solo se haya observado dos tránsitos”, agregó. “[Tener] más datos sería genial”.
Detectar una luna o incluso un planeta a cientos o miles de años luz de distancia de la Tierra es todo menos sencillo. Las lunas y planetas solo pueden ser observados indirectamente cuando pasan frente a sus estrellas, causando que la luz de la estrella se atenúe intermitentemente. Captar una de estas señales fugaces de tránsitos con un telescopio es complicado, al igual que interpretar los datos de la curva de luz. Las lunas son incluso más difíciles de detectar debido a que son más pequeñas y bloquean menos luz.
Pero la búsqueda vale la pena, dijo Kipping, al recordar cómo la existencia de los exoplanetas fue recibida con el mismo escepticismo que las exolunas hoy. “Esos planetas son extraños en comparación con nuestro sistema hogar”, dijo. “Pero han revolucionado nuestra comprensión de cómo se forman los sistemas planetarios”.
El artículo “An exomoon survey of 70 cool giant exoplanets and the new candidate Kepler-1708 b-i” fue publicado el 13 de enero de 2022 en Nature Astronomy.
Fuente: Columbia News
