Título original:
The smell of usAño:
2014
Atlántida Film Fest:
Sección Atlas
Duración:
88 min
País:
Francia
Director:
Larry Clark
Reparto:
Lukas Ionesco, Niseema Theillaud, Valérie Maës, Hugo Behar-Thinières, Dominique Frot, Diane Rouxel, Philippe Rigot, Théo Cholbi, Laurence Bibot, Ben Yaiche Ryan, Jean-Christophe Quenon, Rad Hourani
La última película del otrora enfant terrible Larry Clark, que deslumbró en el circuito independiente con su más que celebrada Kids (1995), comienza con un plano fijo, casi cenital, que se convierteo en toda una declaración de intenciones de la siguiente hora y media de metraje que le espera al espectador. Un parque, un indigente semiinconsciente y resacoso yace en el suelo y un grupo de adolescentes que demuestran sus filigranas con el skate. Ya nos podemos imaginar, ante semejante escaparate, que los skaters usan al indigente como obstáculo, ya sea para saltarle por encima, esquivarlo con clase o railar sobre sus bohemias espaldas.
En esa dirección, nos queda patente el poco respeto que profesan esos jóvenes por todo lo que les rodea. No sólo pretenden humillar a individuos que podrían considerar socialmente inferiores, sino que su blanco es mucho más amplio y heterogéneo: desde los turistas que deambulan por los parisinos escenarios de The smell of us, hasta los padres de estos adolescentes desnortados, pasando irremediablemente por el poco respeto y dignidad que sienten por ellos mismos. El director de Oklahoma radiografía por enésima vez a una juventud decadente, desorientada, a los flâneur del siglo XXI. Y así como ocurriera en Ken Park(la única película que había visto de Clark hasta entonces) la única salida que encuentran estos púberes a sus miserias existenciales es el coqueteo con la droga, con el alcohol, con el sexo imprudente y…con las nuevas e infinitas posibilidades que ofrece la globalización de la red de redes.
Y aunque pueda parecer un apunte banal, el uso de las nuevas tecnologías y sus posibilidades y consecuencias son la mayor novedad (tanto a nivel estilístico como a nivel de ideario) del cine de Larry Clark respecto a sus anteriores obras. El acabado formal de la película se hace eco de cómo el smartphone engulle lentamente nuestras vidas y de cómo estamos más atentos a la foto que tomamos o al vídeo que grabamos que a lo que en realidad está sucediendo a nuestro alrededor, en esa suerte de narcicismo tecnológico que a día de hoy muchos profesan. Por ello, uno de los adolescentes filma constantemente las tropelías de sus colegas con su móvil de última generación, y Clark nos muestra el resultado de sus grabaciones intercalándolas con los sucesos reales de la trama, como si de su álter ego juvenil se tratara.
Pero no nos engañemos, The smell of us se acaba acercando, tarde o temprano, a los lugares comunes que inundan la filmografía de su provocativo director. Personajes que son poco más que esbozos, situaciones que coquetean constantemente con la vergüenza ajena o ínfulas de transgresión detrás de cada fotograma son los finísimos hilos con los que Clark teje su frágil mundo. A veces da incluso la sensación de que el propio director se enzarza en una lucha consigo mismo para ver quién la tiene más grande. Madres queriendo perpetrar el incesto con sus hijos, menores prostituyéndose por internet, fornicando con mujeres y hombres de avanzada edad, y haciéndoles gozar de sus más inconfesables perversiones, etc. Quizás el punto álgido del mal gusto que a veces puede pregonar Larry Clark se encuentra en la escena que él mismo protagoniza, cuando lame con devoción y alegría los pies de uno de sus eugenésicos púberes.
"Sólo soy gay por el dinero", le escupe uno de los protagonistas a otro, cuando éste intenta besarlo pensando que está enamorado. A esos niveles se trivializa absolutamente todo en The smell of us. La apatía, el desencanto, el vacío existencial, los tiempos muertos, la vida, el sexo (y por extensión, la condición sexual), la muerte, las relaciones sociales...nada de eso importa en esta moderna disección del postureo. Con todo, y a pesar de la gratuidad de muchas escenas y situaciones, lo nuevo de Larry Clark sobresale otra vez como un interesante ejercicio de estilo, con un maravilloso sentido musical y con un sentimiento final que refuerza la idea de la dificultad que entraña vivir esa edad incierta entre el vacío emocional y las turbulencias afectivas de aquellos a quiénes (creen) no importan a nadie.
5,5/10