Revista Cultura y Ocio

August Strindberg sobre «La Comedia humana» de Honoré de Balzac

Publicado el 23 abril 2016 por Hermidaeditores
Libro Solo, de August Strindberg, pp. 141, Ed mármara
August Strindberg sobre «La Comedia humana» de Honoré de Balzac

Mi trato se reduce ahora a lo impersonal, por medio de los libros. Balzac, cuyos cincuenta tomos han sido mi lectura durante los últimos diez años, ha llegado a ser para mí un amigo personal, del que jamás me canso. Es verdad que nunca ha escrito lo que se dice una obra de arte, en especial cuando se confunde el arte con la literatura. En él no hay arte alguno; la composición brilla por su ausencia, y jamás he conseguido captar su estilo. No juega con las palabras, no decora nunca el texto con imágenes innecesarias, que por lo demás pertenecen a la «poesía», pero tiene por contra una intuición tan segura de la forma que el contenido recibe siempre una expresión nítida, uniformemente recubierto de palabras. Desprecia los oropeles y tiene un efecto directo, inmediato, como alguien que cuenta algo en sociedad, que a veces narra un acontecimiento, a veces introduce personas que hablan, a veces comenta y aclara. Y todo es para él historia, la historia de su tiempo; cualquier persona, por insignificante que sea, se muestra a la luz de su tiempo, y además sus antecedentes, y se desarrolla bajo tal y cual forma de gobierno, lo cual produce una ampliación de la perspectiva y coloca un trasfondo detrás de cada figura. 


August Strindberg sobre «La Comedia humana» de Honoré de Balzac


Cuando pienso en todas las cosas incomprensibles que sobre Balzac han escrito sus contemporáneos, me asombro. A alguien como él, creyente, cándido, indulgente, los manuales de época de estudiante lo llamaban fisiólogo, inmisericorde, materialista y cosas por el estilo. Pero más paradógico todavía es que el fisiólogo Zola jalease a Balzac como un gran maestro e influencia.



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