Publicado originalmente en el grupo La ciencia y los monstruos. En febrero de este año, los seguidores de Neil Waters, presidente del Thylacine Awareness Group of Australia, una asociación criptozoológica no lucrativa, quedaron sorprendidos con el anuncio de evidencia fotográfica de una familia de tilacinos. El 23 de febrero, Waters presentó 4 fotografías de lo que dice era una familia completa de esos animales, incluyendo un cachorro, lo que generó mucho entusiasmo entre quienes continúan creyendo que el mal llamado tigre de Tasmania sigue vivo, contrario al consenso, que ubica su extinción en 1936. La nueva "evidencia", sin embargo, solo hizo que los especialistas levantaran una ceja en señal de sospecha.
Y estos escépticos tenían razón. Waters, un ex-horticultor que dice haber visto un tilacino en 2014, decidió dedicarse a la búsqueda de este animal extinto, colocando cámaras trampa para capturar en imagen al escurridizo animal. Las fotos obtenidas en febrero las envío al Museo y Galería de Arte de Tasmania (TMAG, por sus siglas en inglés) para ser analizadas, y tal como recoge este reportaje del New York Times, los resultados no fueron los que esperaba:
"TMAG recibe regularmente solicitudes de verificación de miembros del público que esperan que el tilacino todavía esté con nosotros", dijo el museo en un comunicado. "Según las características físicas que se muestran en las fotos proporcionadas por el Sr. Waters, es muy poco probable que los animales sean tilacinos".
El analista del museo y experto en vida salvaje, Nick Mooney, sugiere que las fotos revelan un grupo de pademelones de Tasmania, un marsupial que se asemeja a los ualabí. Pues eso, un caso más de identificación equivocada, como muchos otros que abundan entre los testimonios de críptidos variados.
Lo que diferencia al tilacino de otros críptidos "clásicos" (como Nessie), es que sabemos que esta criatura existió en un pasado reciente, y desde que fue declarada extinta en 1936, se han seguido reportando avistamientos en Australia y Tasmania por igual. La nota también nos muestra ejemplos de animales que considerábamos extintos y que han reaparecido recientemente:
El mes pasado, surgió la noticia del redescubrimiento del Babbler de ceja negra, desaparecido desde la década de 1840, después de que dos hombres indonesios capturaran y fotografiaran un espécimen. Un día después, un entomólogo anunció el descubrimiento de una pequeña población, solo seis especímenes, de la abeja con capa australiana, vista por última vez en 1923.
Esa es parte de la razón por la que la perspectiva de las imágenes de tilacino fue tan convincente para los investigadores esperanzados. A diferencia de Bigfoot o Nessie, estos animales eran indudablemente reales, estaban bien fotografiados mientras estaban vivos y se extinguieron casi en la memoria viva. Tomar una foto de uno no parece necesariamente exagerado.
Pero con el tilacino, toda la historia de los avistamientos nos señala que esta criatura solo habita en la mente de sus creyentes, no en las áreas silvestres de Tasmania:
Las poblaciones de Tilacino comenzaron a disminuir poco después de que los colonos europeos llegaran a Tasmania, una isla al sur del continente australiano, en 1803, avivadas por la caza alentada por el gobierno, la competencia de perros salvajes, la pérdida de hábitat y las enfermedades. El último individuo conocido, "Benjamin", murió en cautiverio en 1936, dejando atrás solo fragmentos inquietantes del metraje de película.
Hubo informes de avistamientos en las décadas siguientes, que atrajeron a múltiples expediciones en el desierto de Tasmania para buscar sobrevivientes, dijo Darren Naish, paleozoólogo de la Universidad de Southampton en Inglaterra. Ninguno tuvo éxito. Sin embargo, los avistamientos informados continuaron e incluso aumentaron en la década de 1980, y todavía se informan hoy.
"Eso sugirió que los avistamientos eran un fenómeno social, no zoológico", dijo el Dr. Naish.
Un ejemplo que refuerza esta última tesis es la propia actitud de Waters, quien cree que Mooney y los otros expertos se equivocan, así que seguirá buscando más pruebas para demostrar que el tilacino sigue vivo. También ha invitado a sus seguidores a que analicen por su cuenta las fotografías y saquen sus propias conclusiones. ¿Por qué la gente se aferra a su creencia? Ante este deseo de que algo sea verdad, que termina siendo verdad para la persona convencida, la nota también recoge, entre otros, la explicación del psicólogo y ex-editor de la revista británica The Skeptic, Chris French:
Esta tendencia puede llevar a las personas por mal camino al estudiar la evidencia fotográfica de animales que no se ven desde hace mucho tiempo, a veces llamados críptidos, especialmente si ya tienen una idea de lo que están buscando. Muchas personas que buscan criaturas enigmáticas tienen una inversión emocional en identificarlas, "y ya están convencidas de que las criaturas ya están ahí afuera", dijo Christopher French, quien fundó la Unidad de Investigación de Psicología Anomalista en Goldsmiths, Universidad de Londres, y recientemente retirado.
Esa creencia preexistente hace que sea más fácil comenzar a ver la presa en cada sombra y susurro de la maleza, agrega el Dr. French, o en fotografías que no ofrecen una visión clara del animal en cuestión. También puede hacer que las personas realmente pierdan detalles que podrían contradecir su hipótesis preferida.
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"El sesgo cognitivo más generalizado que todos sufrimos es el sesgo de confirmación", dijo el Dr. French. Si está interesado en encontrar el críptido que está buscando, es más probable que encuentre la evidencia convincente.