Revista Psicología

Autoestima y Educadores de Calle

Por Animacioncursos @cursosanimacion
Concepto de autoestima
Autoestima es la evaluación que hacemos de nosotros/as mismos/as. Es fruto del análisis que realizamos sobre nuestra percepción a nivel de experiencias, sentimientos, autoconocimiento. Las personas que tienen una autoestima alta son personas positivas, atractivas socialmente y son capaces de potenciar el positivismo en su entorno.
¿Por qué nos incumbe como Educadores/as?: Las condiciones del entorno donde se realiza la intervención de calle van a ser, normalmente, de negativismo, presión social, marginalidad, o en general condiciones de vida con múltiples problemas. Es por ésto que para poder transmitir una autoestima alta en el colectivo con el que trabajamos tenemos que poseer una alta autoestima.
La autoestima como capacidad de adaptación al entorno, proporciona un modo de aprendizaje continuo e infinito. Hoy en día está cobrando mucha importancia, ya que es el denominador común de muchas de las psicopatologías, depresiones, toxicomanías, etc.
Los factores que influyen sobre la adquisición de la autoestima tienen mucha relación con nuestra socialización  -proceso de aprendizaje en nuestra infancia-, y sigue desarrollándose a medida que maduramos. Estos factores nunca son los más positivos para una buena capacitación personal, ya que:
- En la familia: no se educa según pautas positivas, sino que se compara con hermanos/as, se recalcan características negativas, etc. El niño trata de reproducir conductas adultas y, en este proceso de socialización, no siempre encuentra modelos positivos que imitar.
- En la escuela: se refuerzan los comportamientos que no tienen mucho que ver con la capacitación personal sino otros como la competitividad, llegar el primero sin tener en cuenta los medios usados... debido a valores sociales imperantes, masificación de aulas, etc.
Poseerla como Educadores
Hay una serie de características manifiestas que van a dar datos sobre si una persona tiene alta autoestima:
- Tranquilidad y relajación: personas que manifiestan tranquilidad, aunque estén en situaciones difíciles.
- Bien cuidados: esto significa que emiten la sensación de estar a gustos con su cuerpo y así lo manifiestan.
- Enérgicos y resueltos: son personas llenas de vida, están motivadas y en constante cambio.
- Abiertas y expresivas: personas directas en la forma de comunicarse y de expresarse, tanto de forma verbal como no verbal. También saben escuchar a las otras personas.
- Seguras de sí mismas: actúan con independencia, no buscan la opinión de los demás al tomar una decisión. Saben asumir errores sin esperar que los demás solucionen sus asuntos de forma que éstos sean una forma de aprendizaje, además de ser conscientes de sus puntos fuertes.
Podemos usar estos criterios como medición del nivel de nuestra autoestima: ¿en qué medida sé asumir mis errores?, ¿cuántas veces me pongo a la defensiva? ¿cómo me relaciono con las personas que me rodean? ¿sé asumir mis responsabilidades o culpo a otras personas?.
Aunque estos criterios puedan parecernos demasiado exagerados, la autora Gael L. señala que en presencia de las personas que manifiestan estas características no tenemos un sentimiento negativo, sino que todo lo contrario, nos sentiremos cómodos, seguros, valorados e incluso motivados.
Si nuestro autodiagnóstico nos indica que nuestra autoestima necesita mejorar, vamos a ver qué podemos hacer:
- En lo que primero tenemos que fijarnos es en el autoanálisis personal, que consiste en realizar una descripción lo más objetiva posible de nosotros/as mismos/as: cualidades y características personales que nos definen, tanto positivas como negativas -tenemos que aceptar también lo negativo como punto de partida-. Es importante que conozcamos la visión de las otras personas que nos rodean, para así comparar cómo me veo y cómo me ven.
- Una vez que sepamos cómo somos tendremos que pasar al ámbito de la evaluación. ¿Qué me gusta?: Cuando rescatemos lo que nos gusta de la evaluación anterior es importante que lo recalquemos día a día para ¡no olvidarnos!.
- Esto puede ser un buen punto de partida para intentar mejorar nuestra autoestima, pero no queda aquí sino que tenemos que seguir trabajando, por ejemplo a nivel de nuestro pensamiento. Estaría muy bien que trataremos de detectar todos los pensamientos negativos que surgen en nuestra mente de forma inconsciente, recogerlos y transformarlos en pensamientos positivos.
Veamos un ejemplo:
Marga se encuentra con Leo, una amiga que hace mucho tiempo que no ve. Le cuenta lo bien que le va últimamente, la beca que tiene en la biblioteca, etc., así hasta que se despiden. Cuando ambas se alejan Marga piensa: «que pesada soy, que rollo le metí...».
Su amiga Leo piensa: «que bien encontrarme con Marga.... hacia tiempo que la quería llamar..».
Como podemos analizar en el ejemplo, Marga tiene una serie de pensamientos erróneos que estaría bien que mejorase, ya que le pueden influir sobre la evaluación que tiene de sí misma. Pensamientos de este tipo tenemos a lo largo del día y continuamente, por lo que para mejorar nuestra autoestima tenemos que fijarnos en ellos y transformarlos.
Pautas de aplicación en la Educación de Calle
Seremos potenciadores/as de autoestima en el momento en que poseamos una buena autoestima, tal y como ya comentamos, pero ¿cuales son las pautas para potenciar autoestima con adolescentes?:
«Haz lo que yo digo, no lo que yo haga»:
Supongo que muchas veces escuchamos este dicho y seguramente proveniente de nuestros progenitores. Pues bien, la primera lección que hay que saber para potenciar la autoestima es saber que lo que se copia son nuestras conductas. No servirá de nada que digamos a personas que nos rodeen: «Tienes que gustarte a ti mismo», si resulta que nuestras acciones demuestran que nosotros mismos/as no nos gustamos. Lo que tratamos de predicar es lo que tenemos que transmitir a primera vista -por así decirlo, y para que sirva de buen comienzo-.
COMO PAUTAS:
-Tratar de responsabilizar, dejar que sepan asumir sus propias responsabilidades. En intervención es fácil caer en la realización de conductas «sobreprotectoras», que para nada van a ayudar a la persona sobre la que realizamos la intervención.
- Lenguaje positivo: tratar de filtrar nuestro lenguaje o trabajar determinadas expresiones que a veces decimos inconscientemente:
- «...Cuando seas mayor podrás...»: sustituir por poder disfrutar el aquí y ahora.
- «...Pero mira que eres burro...»: sustituir por la descripción de conductas, por ejemplo: «...esta vez no te salió muy bien; la próxima mejorarás...».
- «Siempre todo te sale mal...»: sustituir por situaciones especificas, evitar las generalizaciones, por ejemplo: «algunas pruebas del examen no te salieron como yo esperaba...».
- «Cuando yo tenía tu edad aprobaba todas....»: tratar de no comparar; la comparación es una forma de minar la autoestima, por lo que si lo verbalizamos sentaremos bases para una crítica constante en base a unos estereotipos de perfección. Para mejorar este ámbito estaría bien reforzar cada uno de los avances de esa persona, de forma que los hagamos conscientes y la persona aprenda a pensar en sus acciones positivas, que habitualmente pasamos por alto.
Incluso si somos «confidentes», no juzgar sus conductas, sino tratar de trabajar cambios en su comportamiento de forma positiva.
- Cuando hablamos de mantener un lenguaje positivo, nos referimos también a la forma de lenguaje no verbal: miradas, gestos, distancia,... cara la persona con la que nos comunicamos. Por lo que tendríamos que mantener la mirada cuando le hablemos, tenemos que exteriorizar nuestros sentimientos con caricias, besos, abrazos, etc.

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