Revista Libros
Durante este mes estamos preparando el huerto, que, por imperativos de la crisis, hemos decidido ampliar a todo lo que da el terreno. Cavar, estercolar con bosta de caballo, a falta de otra, airear el suelo, vallar para que los perros no lo usen de parque temático…, en fin, labores que nos ponen en contacto con la naturaleza, y con el sudor de sobaquillo tan necesarias las dos cosas para tomar conciencia de quienes somos y donde estamos, y, sobre todo, a donde queremos ir a parar, por eso, siempre animo a que se lleve a cabo, incluso (y no se si decir sobretodo) en entornos urbanos.Hay quien piensa que el tema hortícola, cuando no se es de pueblo y jubilado, es un tema de modas, incluso de snobismo neo-algo, sobre todo si se persigue en entornos no rurales, así es que busco información en Internet, el oráculo de nuestros pobres espíritus y compruebo que la proliferación de huertos ha ido cundiendo a través de la historia en multitud de espacios urbanos y según qué circunstancias, coincidentes todas, eso si, con avatares de tipo bélico, económico, social, en fin, mas o menos como ahora. Y el huerto urbano puede ser en un parque, (terreno cedido u "okupado" lo dejo a la elección del hortelano), en un solar (idem), o en una maceta en la terraza o cerca de una ventana dentro de casa. Los tomates y las judias verdes son agradecidos, estén donde estén. Dejo un enlace cuando menos interesante sobre los huertos urbanos en barcelona, su creación, evolución y resultado, que sirva como ejemplo de que EL QUE QUIERE, PUEDE. huertos urbanos, un buen ejemplo En cualquier caso, conclusión que se me hace clara y luminosa, cuando el sistema nos vuelve la espalda, la mejor defensa es la propia fuerza, el propio suelo, todo a mano. Generar parte de nuestra subsistencia, es una efectiva forma de independizarse de quien peinsa que nos tiene en su puño comercial. No te compro, no te enriqueces a mi costa, y si me despides, siempre tengo algo para comer. Además de beneficiar la cohesión social en barrios, tan necesaria, pues nada une tanto como el enemigo común y el trabajo codo con codo.Insisto, hay que concienciarse de la propia fuerza, no hace falta taparse la cabeza frente a los golpes, también cabe darles la espalda y alejarse de su radio de acción.