Y es que es verdad, aunque yo soy de los que más odia que le llamen a casa para ofrecerle un mejor contrato telefónico, de internet, o de alquiler de balleneros, sí que reconozco que esas amables señoritas tienen uno de los trabajos menos agradecidos del panorama laboral.
Amos, que no debe ser nada agradable pasarte el día llamando a casas donde sabes positivamente que no te quieren ni oir decir los buenos días, con un jefe escuchando las llamadas para asegurarse de que, aunque la voz que está al otro lado del teléfono se esté cagando en tus premolares más escondidos, le sueltes todo el rollo que te han adoctrinado sectariamente a soltar, indolentemente.
Esta semana las cosas han sido un poco locas, así que por eso actualizo un poquín más tarde de lo que os tengo acostumbrados. No he tenido tiempo aún ni a contestar los comentarios que me dejásteis en la tira anterior (ya sabéis que yo contesto SIEMPRE ;-)).
Como podéis apreciar, sigo sin saber dibujar fondos como Dios manda. Pero también sigo intentando aprender ;-)
¡Hasta la próxima semana!