FICHA TÉCNICATítulo original: Introduction à Lettres de Madame de Staël à Madame Récamier, présentées et annotées par Emmanuel Beau de Loménie. Paris, Domat, 1952.
PREFACIO
La obra que presentamos aquí es una biografía de Germaine Necker, también conocida como Mme de Staël-Holstein gracias a su matrimonio con el barón homónimo, embajador sueco en París durante el período revolucionario. El texto que aquí traducimos y anotamos precede a una edición de las cartas de Germaine Necker dirigidas a su amiga íntima, Juliette Récamier, que componen una relación epistolar iniciada en 1800 y terminada en 1817, a las puertas del ataque que sufrió el 21 de febrero, pocos meses antes de morir. No hay duda de la influencia de Juliette Récamier en las dos últimas décadas de la vida de Germaine de Staël, a través de una relación que se caracterizó por la intimidad y la confianza mutuas. Juliette fue la inspiración de Germaine para alguna de sus realizaciones literarias. Se dice que fue su musa en la composición de Corinne, en tanto que Germaine se reflejaba en Juliette y veía en ella, más joven y al parecer más bella, todo lo que había deseado ser y, según ella pensaba, no era.
No hay duda de la competencia del editor. Loménie es un especialista en literatura romántica francesa, Chateaubriand y el periodo histórico entre la Restauración y el II Imperio. Intelectual políticamente conectado con los monárquicos tradicionales, hacia 1919 había sido dirigente de los Camelots du Roi, las juventudes de la Action Française (y un siglo antes, los radicales ultrarrealistas que sembraron el llamado Terror Blanco en los inicios de la Restauración borbónica, entre 1814 y 1816), el grupo ideológico de Charles Mauras que, cercano al fascismo, nacionalista radical y antisemita, se propuso destruir la Tercera República francesa a principios del siglo XX y en 1940 apoyó a Petain y la formación del régimen de Vichy. Hay, pues, la suficiente afinidad ideológica con el conservadurismo que destila Chateaubriand para sospechar que entre ambos autores hay una ententepreestablecida, a pesar de las varias generaciones que los separan. Esta biografía de Mme de Staël se resiente, pues, de la afinidad de Loménie con Chateaubriand, y presenta una visión de la autora francesa un tanto escorada hacia los opiniones de éste, con quien coincide en sus reproches de exceso de abstracción filosófica y falta de realismo. Germaine de Staël era demasiado liberal para ambos, además de ser una mujer notoriamente liberada para lo que eran las costumbres de su época, cosa que ella misma sobrellevó con cierta amargura. Se la comparó con Sade, cuando en realidad nunca llegó más allá que la mayoría de los de su clase social, acostumbrados a cierto libertinismo de baja altura, tolerado en sus propios círculos pero sólo a los varones.
No hay duda de las ventajas que reporta al escritor y artista estar en contacto con la realidad, con los sentimientos concretos del tiempo que vive, y sobre todo en contacto con las personas que pueden influir para que la obra de arte fluya por los caminos adecuados, canalice su mensaje hacia el público y, a la vez, colabore con el establecimiento de una moda en ocasiones conveniente a los intereses del poder político: por ejemplo, el sentimentalismo religioso que reparará el despropósito de una revolución inspirada en las abstracciones filosóficas. Tal es el caso de Chateaubriand, que estuvo a tiempo en el lugar oportuno y llevando bajo el brazo el texto adecuado para seducir a las elites políticas que le catapultarán a la fama. En aquellos tiempos, igual que ahora, si el escritor no hallaba los contactos necesarios y los padrinos oportunos, apenas podía dar salida a sus esfuerzos creativos. Germaine de Staël, por el contrario, hizo sus apuestas a destiempo: defendió la monarquía cuando ésta se tambaleaba e iniciaba el fatal camino de la guillotina, después defendió la república cuando en realidad el país se encaminaba hacia una dictadura militar y luego el imperio, y finalmente retomó el interés por la monarquía constitucional cuando las potencias europeas preferían restaurar el absolutismo. Quizás si hubiera vivido lo suficiente habría encajado bien en los primeros pasos del régimen de la Revolución de Julio de 1830.
De las fuentes de información que hemos utilizado para comentar y anotar esta edición del texto de Loménie, la biografía de Germaine de Staël firmada por Sainte-Beuve ha sido la de mayor peso a la hora de valorar las aportaciones de Loménie sobre la figura de la autora francesa: aunque aporta una perspectiva más literaria, sobre todo defiende el espíritu y la tenacidad de Germaine de Staël más allá de las disputas en el seno de los círculos literarios de cada momento, siempre empequeñecidos por la perspectiva histórica. Sainte-Beuve, al contrario que Loménie, entiende la condición femenina, como lo demuestra su magistral recopilación de biografías titulada Portraits de femmes (1844). De ahí que nos hayamos apoyado en su texto y sus datos para contrastarlos con los que proporciona Loménie, que pecan de imprecisos.
¿Cómo se hizo la cubierta? A partir de una imagen del famoso cuadro de Caspar David Friedrich, El viajero sobre el mar de nubes (1818), tras un tratamiento de retoque digital se cambió al viajero por una viajera. Todo ello obra de mi hijo Adrià, que es un manitas.