Revista Cultura y Ocio

Ávidas pretensiones. Fernando Aramburu

Por Mientrasleo @MientrasleoS

Ávidas pretensiones. Fernando Aramburu
     "El coche fúnebre entró en Morilla del Pinar por la única carretera del pueblo. Juanjo Changa, que lo conducía escuchando canciones mexicanas a todo volumen, redujo la velocidad por si se terciaba comprobar en el semblante de algún lugareño los efectos de la ocurrencia. La ranchera que sonaba en aquellos momentos coincidió con el tintineo camparil, pueblerino, chiquitito, de las nueve."
     Fernando Aramburu es una de las voces sólidas de nuestra literatura. Lo mismo consigue meterte en una triste historia reciente, que te lleva a imaginar agencias de viajes con destinos como Antíbula y también consigue hacer reír. Al menos a mi. Por eso, hoy traigo a mi estantería virtual, Ávidas pretensiones.
     Viajamos a Morilla del Pinar, allí se celebran unas jornadas poéticas de tres días de duración. Un convento como sede y casi una treintena de poetas serán los ingredientes de esta novela galardonada con el Premio Biblioteca Breve en la que iremos conociendo a estos poetas y sus historias personales y enredos mientras dura el congreso.
     Alguna vez he comentado que no soy una persona que se ría con facilidad leyendo un libro. Bien, con este me he reído. Aramburu nos coloca un narrador que, evidentemente, tiene muy poco aprecio por sus personajes. Así que no puede evitar un soniquete a sorna en casi todas sus palabras que hace que incluso las partes dramáticas nos lleven la sonrisa a los labios. De este modo consigue que el narrador se convierta en una suerte de protagonista fantasma de una historia, en la que nos demuestra sus filias y sus fobias sin pudor alguno. Ya nos avisa nada más comenzar la novela de que no nos dirá que poetas se esconden tras los nombres, consiguiendo que fijemos nuestra atenta mirada en los detalles desde la primera página y provocando que nos preguntemos en quién pensaba el autor: no os molestéis, ya dijo que simplemente vio una convención así (o no así, simplemente eran poetas) en Alemania y de ahí partió la idea.
     Sumemos al tono y la ironía que destila, las rarezas, las historias y el ego que pueden destilar estos protagonistas y ya empezaremos a comprender lo que nos cuenta Aramburu. Pero no es simplemente eso, sino que también nos habla de las personas. No sé si habéis acudido a un congreso alguna vez, yo sí. Por supuesto no era un congreso tan lírico como este... pero algo tiene de verdad ese reflejo de microcosmos por unos días, ese mirarse unos a otros y hacer corrillos, reírse y meterse el dedo en el ojo y contar chistes y anécdotas sabiendo que otras nuevas se están fabricando en ese momento. Todo esto mezclado con las fantásticas formas que el autor ya nos ha demostrado que tiene más de una vez, es lo que nos deja en Ávidas pretensiones. Y unas cuantas cosas más, si nos paramos entre sus afiladas letras.
     Es viernes y os propongo conocer a Changa, Susana, Charli o La Nivea en una historia que entre tonos de humor, chistes incluidos, nos deja ver momentos dramáticos. Una novela francamente divertida que, os aviso, puede hacer que soltéis una carcajada en mitad de una sala de espera, por poner un ejemplo. Pero digo yo, ¿a quién no le gusta reír?
     Y vosotros, ¿me podéis decir un libro que os haya hecho reír?
     Gracias

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