Después de los días del Encuentro de Ladrones de Cuadernos en El Escorial, viaje de vuelta prolongando el viaje. Salimos hacia Navas del Marqués, en Ávila, un lugar que quería volver a visitar. Para despedirnos del Escorial, paramos en el Mirador dedicado a Ángel Nieto y hacemos algunas fotos con ese hermoso valle y el monasterio al fondo. De una de ellas sale esta acuarela. Hace muchos años, cerca de cuarenta, durante una semana estuve ciciendo en un castillo, cosa que uno no hace muy a menudo. Fue en un curso sobre bibliotecas, su organización y, principalmente, de animación a la lectura. Llevaba consigo la asistencia a ese curso la dotación al colegio de un lote de 1000 libros muy seleccionados de literatura infantil y juvenil. En los centros había bofetadas por no ir, pero no se podían dejar perder esos libros. Por supuesto, me alegré mucho de haber ido. Un lujo de curso, por su contenido y por el lugar, un castillo rehabilitado, con la biblioteca en una torre, buenas compañías, y un bar cerca donde vendían un tinto que resucitaba a un muerto y quitaba los fríos, que no eran pequeños. Bueno, pasamos por las Navas del Marqués, desayunamos e hicimos algunas fotos del castillo y del entorno. Cambien en aquella época dedicada a las bibliotecas, pasamos unos días en Guadalajara cuando su biblioteca, regida por Blanca Calvo, estaba en el Palacio del Infantado. Allí eran las sesiones del curso y allí disfrutamos de una cena de despedida, en esa balconada majestuosa. Otro lujo y otros buenos recuerdos. Esta acuarela sale de una de esas fotos. Desde allí fuimos a Ávila, vimos su murallas, su catedral, hicimos algunos dibujos en el cuaderno, tomamos un café y nos despedimos desde el Mirador de los Cuatro Postes.
Desde allí, a Segovia, que las distancias con muy cortas. Llegamos justo a la hora de tomar una cerveza, con la plaza llena de turistas. Abundaban los orientales, chinos, japoneses, incluso un hindú con turbante y sayones color azafrán haciéndose selfies con la catedral detrás.
Entre trtago uy trago de cerveza, un dibujo de la catedral de Segovia, con estilográfica. Se quedó así, aunque después le di unas sombras con acuarela marrón.
Después de comer, en la terraza de un restaurante en la misma plaza, tomando café y haciendo otro dibujo de lo que desde allí se veía, empezando por un trozo de catedral a la izquierda. Después de eso, seguimos viaje, deteniéndonos a admirar la vista imponente del acueducto, que fotografiamos pero no nos paramos a dibujar.
Seguimos hacia la Granja de San Ildefonso, aunque siendo lunes, los lugares de Patrimonio suelen cerrar. Pero el palacio se ve rodeado de árboles majestuosos y antañones. Cedros, sequoias, incluso copos de un tamaño inusual. Hicimos muchas fotos, que luego siempre viene bien tener de pintar. Y seguimos ruta, que el regreso a Albacete es largo.