¡Ays, los veranos! Azules, largos (ejem!), cálidos (más ejem!), del 42, para las bicicletas, en Louisiana... El verano es tiempo de lolitas y gatas sobre tejados de zinc calientes, tentaciones que viven arriba, "bailes sucios" y summer nights. Pero, de repente, el último verano nos dejó Lauren Bacall y, por un momento, la llegada del otoño se precipitó. Suerte que tan sólo cinco días después Maureen O´Hara celebraba su 94 cumpleaños y, nuevamente, conquistábamos el verano.
Lauren Bacall que estás en los cielos
Yo no he pasado un verano en Louisiana (ni en la Toscana), pero sí he disfrutado unos días de Lisboa, sus cuestas, tranvías y escaleras, imaginando que aquel puente que se veía a lo lejos era el Golden Gate y que, a sus pies, Kim Novak trataba de quitarse la vida arrojándose al agua. Lisboa es cercana sin perder la distancia. Todo lo que no quedó destruido por el terremoto/maremoto/incendio de 1755, continúa siendo laberíntico, en especial el barrio de Alfama, una pequeña ciudad dentro de la urbe que me recordó a la kashbah argelina donde se ocultaba Charles Boyer en Argel (John Cromwell, 1938), pero en atlántico. Y es que este verano me he dedicado a ver pelis y bodrios protagonizados por Hedy Lammar, Jennifer Jones y Loretta Young, pudiendo concluir que ninguna de las tres es santa de mi devoción. Pero de este trío ya hablaremos en otra ocasión.
Lamarr en The Strange Woman (Edgar G. Ullmer, 1946)
Lo que sí me gustó, y mucho, fue la primera temporada de House of Cards. Intuyo que, a estas alturas, todos habréis visto u oído algo de ella, pues la segunda temporada ya ha terminado. Yo confieso: me declaro fiel devoto de Robin Wright (no-Penn), capaz de crear un personaje que me tiene totalmente absorbido, que amo y temo a partes iguales. Nuevamente, en una serie para tv encontramos cine en estado puro.
¿Ángel o demonio?
Y nada más. Bueno sí: es probable que esta temporada YO CONFIESO viaje mucho a Italia pues a un servidor le ha dado por comenzar a estudiar italiano.Así que... arrivederci!