LIDIA MARTÍN
El toque de Jesús es curativo de una forma sobrenatural. Lo fue para muchos de una manera física en el tiempo que estuvo en esta Tierra. Lo ha sido de forma espiritual, emocional y sanadora también a lo largo de los siglos hasta el día de hoy. Y casos como la mujer de su época que, teniendo flujo de sangre por doce años, consideró que sólo tenía que tocar el borde de Su manto para ser salva nos hablan de ejemplos de fe a los que no llegamos, probablemente, ni de lejos. (Mateo 9, Lucas 8)
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