Hace unos meses, el Senado francés rechazó la legalización de la ayuda activa para morir. Una doctora, Anne Richard, recordaba entonces que cuando los pacientes se sienten bien atendidos no hay peticiones de eutanasia.
Sólo con un buen desarrollo de los cuidados paliativos, con una buena formación en este área, los enfermos se sentirán cuidados todo el tiempo que haga falta. Esto incluye: mejorar el apoyo a las familias y desarrollar la cultura de los cuidados paliativos. No debe reducirse sólo a cuidar a los enfermos terminales, sino a que todo el personal de las residencias de mayores dependientes atienda bien los síntomas, desde aliviar escaras, o cuidar la boca hasta disponer de un equipo de asistencia nocturna por si fuese necesario.
Y por supuesto, cuidar la formación de los estudiantes de medicina. Es triste comprobar cómo en algunos países más de la mitad de los futuros médicos son partidarios de aplicar la eutanasia en determinadas situaciones. Y en cambio, es muy poco lo que saben de medicina paliativa y medicina del dolor. Importa mucho formarles bien en las exigencias éticas de su trabajo, incluido el rechazo del encarnizamiento terapéutico.
En definitiva, se trata de ayudar, acompañar y aliviar. Ya sabemos que a todos nos horroriza la muerte, y que parece que toda muerte es indigna, por eso me resisto a llamarlo de ese modo, pero por lo menos podremos ayudar algo a bien morir.