El funcionamiento de ese conglomerado de intereses espurios al que llamamos España es un lodazal por el que fluyen y se confunden los intereses de la política, el sector financiero, los negocios privados y los recursos públicos.
El periódico digital Infolibre viene desvelando unos correos electrónicos del entonces presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, nombrado para el cargo por su íntimo amigo y excompañero de pupitre José María Aznar, en los que se demuestra que este último ha hecho numerosas gestiones a favor de Einsa, empresa de material bélico que recibió contratos millonarios por parte de los Gobiernos de Aznar y que tenía un enorme interés en utilizar la influencia del ya expresidente español para ampliar mercados en Argelia, Libia y otros países.
Además, Aznar utilizó parte de la estructura de la fundación que alimenta ideológicamente al PP, financiada en parte con dinero público, para ejecutar esas gestiones de carácter absolutamente privado.
La denuncia efectuada con pruebas concluyentes está siendo ignorada no ya por una mayoría de medios informativos, fieles a quienes los financian, sino por cualquier instancia gubernamental y los propios implicados. ¿Qué gestiones hizo Aznar y hasta dónde le llevaron? ¿Le ayudó su amigo Blesa desde la presidencia de Caja Madrid, mientras llevaba a la quiebra una de las cuatro mayores entidades financieras?
Es absolutamente revelador del estado de corrupción moral y material de esta desgracia de país que un ex presidente, que se permite el lujo de amonestar, pontificar y dar recetas a ciudadanos y gobernantes, trabajara como intermediario comercial para una empresa de material bélico.
Lo grave no son los hechos denunciados, en sí mismos, sino el silencio, el vacío y la complicidad de medios y autoridades ante un estado de cosas que se instalan en el bochorno, la estafa y el empobrecimiento, corrupto hasta la náusea, de nuestra realidad y nuestra democracia (la pobre) que se sumergen y ahogan cada día y cada minuto en una ciénaga de ladrones que nos conducen no sólo a la miseria sino a la desesperanza.
Petronio le dijo a Nerón que le perdonaba todo “menos tener que haberlo oído cantar”. Quizás la historia le perdone algún día todo a Aznar.
Yo no le perdonaré nunca tener que haber visto su cara de alcachofa con bigote.
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