Revista Ciencia
A pesar de las propiedades casi mágicas que la industria cosmética ha intentado dar a esta sustancia singular como agente rejuvenecedor o antiedad y que algunas especies de gasterópodos quedan como estela untuosa de su paso, al igual que hace un avión en el cielo, lo cierto es que no es otra cosa que una mucosidad que ayudan a estos animalillos a desplazase por el suelo, reduciendo la fricción y el roce sobre el mismo cada vez que contrae y elonga su pie. También les ayuda a subir por pendientes verticales, como puede ser una pared, ya que su pegajosidad se lo permite.Siendo la locomoción la principal función de la baba de estos moluscos terrestres, tiene otras muchas más no menos importantes. Sirve de regulador térmico, para deshacerse de sustancias tóxicas de su organismo, mantiene lejos a insectos que potencialmente podrían atacarlos y reduce en riesgo de heridas y de sus infecciones por bacterias u hongos.A pesar de la repulsión y asquerosidad que estos invertebrados babosos generan en muchas personas, no dejan de su curiosas criaturas con unos hábitos y costumbres peculiares.Como la mayoría de los invertebrados terrestres, babosas y caracoles suelen salir a comer de al amparo y protección de la noche, cuando el aire está más húmedo y corren menos riesgo de deshidratarse. También son fácilmente observables después de un día de lluvia intensa, nunca mientras esté cayendo el agua de lluvia, sino posteriormente cuando llega la calma.¿Sabías que caracoles y babosas muerden? Cuando comemos una manzana entera dejamos marcas de nuestros dientes. Estos moluscos, a escala de su dentición hacen lo mismo que los humanos. Desde luego los dientes son más pequeños que los nuestros y se dispone en su boca como una tira córnea llamada rádula. Cuando se arrastran sobre el alimento, proyectan la rádula y las hileras de dientecitos afilados dejan pequeños arañazos en el alimento del que se nutren.Su comida favorita son los recortes y trozos de hierba en descomposición, que prefieren con mucho a los vegetales que cultivan los hombres. Por este motivo, podemos ver “hordas” de babosas o caracoles en un campo recién segado donde previamente haya llovido.©Emilio J. Orovengua.