Los ingleses tienen una palabra para referirse a ello: baby brain. Cada vez hay mas estudios que corroboran que durante el embarazo las mujeres se vuelven más olvidadizas y despistadas porque hay cambios en sus cerebros. Que analicen el mío, porque es más que evidente. El otro día dudé sobre cómo se escribía el apellido de mi marido, algo que habré escrito centenares de veces, y me sale más humo de la cabeza que nunca para hacer las cuentas de la compra.
Me paro a pensar cómo se escriben las palabras y tengo faltas de ortografía garrafales, algunas por las que hace unos meses se me habrían caído los ojos. Así que sí, me voy volviendo un poco más tonta a cada día que pasa, además de estar físicamente más torpe. Derramo la leche y el agua continuamente y me golpeo al andar con los muebles, lo que achaco a la monumental barriga y a la desviación de mi centro de gravedad, al descontrol que siento sobre mi cuerpo (y los 15 kilos de peso que llevo ganados, ahí es nada) y, por supuesto, a la falta de sueño que arrastro desde hace meses. Soy una joyita de chica.
Mi pareja suele decirme que estoy más ausente que presente y que me quedo mirando al infinito mientras comemos sin poder seguir la conversación. Lleva toda la razón, pero a esto le respondo que bastante tengo con llevar una persona dentro con vida propia e intenciones ajenas a mi voluntad. Es bastante difícil mantener una conversación mientras sientes volteretas y patadas traicioneras en la vejiga, ombligo y riñones. Se hace lo que se puede, dadas las circunstancias.
A esto se suma que en estas últimas semanas de embarazo mi mente divaga mucho más que antes, concentrada en cualquier mínima señal de mi cuerpo que pueda indicarme cuándo voy a dar a luz. No me da la cabeza para todo y estoy en modo monotema. Así que sí, las embarazadas estamos más en nuestro mundo interior que en el exterior, nos concentramos en lo que podemos y sólo pensamos en sobrellevar lo mejor posible ese día. Somos carne de cañón de los programas de televisión de verano y cotilleo, o de cualquier cosa, realmente. Yo, por un masaje en los pies, dejo el dominio del mando de la tele y me trago lo que haga falta, hasta fútbol.
Como en casi todo en el embarazo, las hormonas tienen la culpa de las pérdidas parciales de memoria a corto plazo (amnesia del embarazo) y de la espacial. Veo que no soy la única que va rondando por la casa como un zombie sin saber dónde ha dejado el móvil o qué había ido a buscar a esa habitación. La buena noticia es que, a largo plazo, tener hijos hace que tu cerebro mejore en líneas generales. Ya se sabe que la crianza es un desafío constante: nos hace más longevas y con buena salud mental. Supongo que esto demuestra que hay que perder primero para ganar después.
Dicen, por cierto, que el dichoso baby brain te hace mejor madre. Aquí presente una madre cojonuda. Ah, y si hay erratas o faltas de ortografía en este post (o en los anteriores), por favor que no se me tenga en cuenta 😉
¿Alguna más se siente tan tonta? Transitoriamente, espero