Argumentalmente, muchos de los pre-code films que tenían como protagonista a una mujer versaban sobre temas considerados impropios por los sectores más píos de la sociedad norteamericana. El adulterio, la prostitución, el aborto, la sexualidad... eran tratados con total normalidad, no sólo por los estudios, sino también por el público femenino, que parecía querer identificarse con muchas de estas heroínas. La libertad sexual de las actrices en la pantalla no sólo se reflejaba argumentalmente, sino también estilísticamente. El "insinuar" y el "mostrar" eran recursos necesarios para embaucar a los hombres, quienes quedaban relegados, a veces, a simple objeto de deseo. Design for living (Ernst Lubitsch, 1933), por ejemplo, es un auténtico ménage á trois capitaneado por Miriam Hopkins, quien ora está con Gary Cooper, ora con Fredric March.
El trío protagonista de Design for living
Quizás, dentro de este catálogo fascinante de mujeres, destaca Lily Powers (atención al apellido), la protagonista de Baby Face (Alfred E. Green, 1933). Lily, interpretada magistralmente por Barbara Stanwyck, es utilizada por un padre sin escrúpulos para alegrar las noches de los muchachos que tras salir de la fábrica desean un rato de diversión. Un viejo zapatero, quien también frecuenta esta suerte de bar clandestino, le aconseja que lea a Nietzsche y saque partido de su belleza para conseguir de los hombres lo que se proponga.
Y así comienza a trepar Lily Powers/Baby Face.
Una mirada es más que suficiente para conseguir del portero que la deje acceder al rascacielos en donde está un gran banco. A base de coqueteos y otras artes, Lily asciende pisos. No sólo presenciamos las estrategias amatorias de la mantis; además, el realizador nos muestra con la cámara cómo Baby Face va escalando posiciones (pisos) hasta llegar a las oficinas más altas (y jugosas), hasta convertirse en secretaria del director de la entidad. En el camino ha dejado varios cadáveres, entre ellos, los de un jovencísimo John Wayne, quien apenas aparece en pantalla un minuto.
Extrapolando el argumento, en realidad podríamos hallarnos ante una psicokiller. El modus operandi es similar al fin y al cabo. No asesina, pero consigue la ruina de sus víctimas.
Baby Face
Entre 1929 y 1934 se produjeron multitud de películas en donde las mujeres llevaban la voz cantante. Lamentablemente, con la llegada del Código Hays se perdieron muchos de estos personajes, muchas pre-code girls que hacían las delicias del respetable. Afortunadamente, hoy podemos recuperalas sin rasgarnos las vestiduras: ahora, como antes de 1934, para mostrar la piel no es necesio rasgar un vestido.