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Este es el titular de un artículo publicado ayer, 8 de junio en La Gaceta, por Nicolás Jouve, catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá de Henares. Analiza brillantemente el experimento de Craig Venter, presentado como la construcción por primera vez de una "célula sintética bacteriana autoreplicante".
El profesor Jouve sitúa el éxito en su contexto. Nos da las claves para valorar correctamente lo conseguido, que es mucho, "la idea inicial no era crear vida en el laboratorio, sino profundizar en el conocimiento del llamado genoma mínimo. Algo así como conocer el repertorio de genes mínmos necesarios para mantener la vida en su forma más simple. La síntesis de un genoma de diseño ayudaría a comprender mejor qué genes son indispensables para mantener el funcionamiento de las células...El logro de una bacteria sintética autoreplicante es más un avance tecnológico que conceptual, lejos de haberse creado una célula artificial se ha modificado un organismo para obtener una bacteria quimera con un genoma sintético".
Concluye el profesor que "lejos de crear un ser vivo en el laboratorio, una especie de Frankenstein a escala microbiana, lo que se ha hecho es dar un paso más en la tecnonología de la modificación genética...Debemos situar los avances en su justo término y no sobredimensionar el valor de los pequeños pasos para el hombre, aunque sean grandes pasos para la Humanidad". Ya en este blog, el 21 de mayo explicamos que el científico norteamericano no había creado una célula artificial.
Recientemente, le fue otorgado uno de los premios Hazte Oir 2010, por su valiente postura a favor de la vida, y en concreto por ser el promotor del Manifiesto de Madrid, que aglutinó a muchas personalidades del mundo académico y científico en defensa de la vida. Mi más sincera enhorabuena, profesor. Les dejo aquí el texto completo de Bacterias de diseño.