Aunque el 13º BAFICI termina esta noche con la proyección de La pileta, la cobertura de Espectadores se extenderá unos días con perdón de los lectores indiferentes al festival de cine independiente. De hecho, en el transcurso de esta semana mitad santa, el blog publicará las reseñas correspondientes a las últimas películas vistas: Aurora, The arbor, El casamiento, Enero, The Turin horse y la ganadora del Oso de Oro en Berlín Nader y Simín.
Más allá de las estadísticas, el balance de esta edición baficiana es positivo, al menos desde la experiencia de quien asistió a 21 funciones de prensa y 17 comerciales. Dicho esto, no faltaron las complicaciones de rigor a nivel organizativo, registradas sobre todo en la entrega de entradas a periodistas: en más de una oportunidad, el meeting point montado en el entrepiso superior del shopping Abasto fue escenario de corridas, empujones, atropellos y mini-escándalos por parte de algunos acreditados que, cada mañana antes de las 10, hicieron cola para conseguir los primeros tickets reservados.
Mientras transitaban los pasillos que conducen a las salas de proyección, varios periodistas protestaron por las ventajas con las que corrieron algunos “colegas VIP” a la hora de obtener, no sólo entradas gratis a funciones comerciales, sino entrevistas acordadas por los agentes de RR.PP del festival. Algunos también volvieron a quejarse de que a las funciones de prensa asistieran “no profesionales”, léase bloggers y estudiantes de cine.
En líneas generales, los críticos se comportaron como en la 12ª edición. Este año, cabe compartir la anécdota de un Horacio Bernades almorzando a cuatro carrillos en plena proyección de -nada menos- Le quattro volte. Con los chupones a la botella de pico deportivo (diseñado para cicilistas) y con los mordiscones a un sandwich crujiente, el crítico de Página/12 hizo más ruido que las cabras registradas por las cámaras de Michelangelo Frammantino.
Igual de sorprendentes fueron los dichos de un crítico no identificado que, mientras se preparaba para ver Aurora, reveló su método de trabajo: “le concedo los primeros diez minutos a cada película; si no me engancha en ese tiempo me retiro de la sala y me meto en otra aunque la proyección haya empezado”. Como dijeron luego por ahí, “menos mal que éste no es médico”.
Periodistas y acomodadores del Hoyts no siempre congeniaron. A la arrogancia de los primeros, se sumaron las actitudes patovicas de los segundos.
La última observación con respecto a la conducta de los críticos se relaciona con la distinción otorgada al colega Jorge Jelinek como mejor actor por su rol protagónico en La vida útil. La decisión del jurado nos resulta corporativa (por no decir poco seria) a quienes preferimos el trabajo de, por ejemplo, András Hatházi y Yilmaz Yalcin en Morgen o de Cristi Puiu en Aurora, o incluso del argentino Esteban Lamothe en El estudiante.
La autora de este blog disfrutó de una cobertura producto de jornadas de doce o catorce horas de actividad entre la asistencia a las proyecciones, la redacción de los posts y los viajes en colectivo/subte entre el hogar y el Abasto. Los encuentros ocasionales con Rodolfo, Carolina y Andrés también fueron motivo del placer que genera participar de una muestra de cine.
Sin dudas, el orgullo más grande de Espectadores es la entrevista exclusiva a Sylvain George, ganador de los premios FIPRESCI y de la selección oficial internacional. Ojalá el blog siga mejorando en este sentido, y el año próximo tenga la suerte de asistir a la -desde ya esperada- 14ª edición del BAFICI.